Blog Post

News > Augusto Vera Riveros > El escritor en la mira de los criticones

El escritor en la mira de los criticones

Producir literatura en Bolivia es un reto con gran riesgo de terminar trucidado, y no es precisamente por un reflejo de la autoexigencia del “crítico” a los demás. Lo cierto es que en este medio social, que es tan abigarrado, en cierto modo el escritor es objeto de imposición de un estilo que otros creen irreemplazable o inflexible, lo cual, desde luego, ya es un síntoma de intolerancia inaceptable, porque en esta materia la lengua da licencias que no tienen por qué suponer agravios al idioma, pero que permiten infinidad de estilos. Se trata más bien de sentimientos de envidia o de celos cuando otra persona ha conseguido algo o lo que se aspira, en lugar de elogiar el logro o aprender para alcanzarlo.

Minusvalorar a algunos o muchos colegas de oficio, cuando hablamos del arte de la literatura en nuestro escuálido campo de la crítica, es sin lugar a dudas la manera más fácil, pero también la más deshonrosa de llamar la atención, aunque el precio sea alto. porque carísimo sale ser conocido destilando veneno en cada línea que se emplea para descalificar lo escrito. Y esta forma de comportamiento egoísta y despiadado suele ser propia de quienes tienen una baja autoestima, pues censuran lo ajeno, cuando de ordinario el criticón mismo no está en capacidad de alcanzar, de manejar o de aceptar su disenso, y solo busca la sanción social que puede o no lograr, y sólo en ciertos ámbitos a los que el mal crítico pertenece.

Emitir críticas destructivas en forma reiterada puede perjudicar a la persona receptora de ellas, es una posibilidad; pero lo que es incuestionablemente cierto es que la repercusión siempre negativa es mayor en la persona que con malicia la emite, porque no hay que perder de vista que escribir en cualquiera de la multiplicidad de géneros literarios supone un público de aceptable formación intelectual. Y cualquier persona conformante de esa categoría de instrucción tiene un criterio muy por encima del simple charlatán que se las da de versado gramático o experto en el tema según sea el objeto de la ruin crítica. En fin, una tendencia o hábito compulsivo a la crítica destructiva, muy común en Bolivia, desemboca finalmente en el descrédito del criticastro.

Pero bien, todo escritor de una pieza literaria propiamente dicha, de un ensayo, de una investigación, e incluso de una columna de opinión, debe allanarse siempre al acucioso escrutinio de sus lectores; eso no es sólo licito, sino imperioso. Son las reglas del juego, de lo contrario quien escribe estaría en una burbuja impermeable al juicio público y autoengañado por el resto de su ejercicio de escritor. Empero quién hace una crítica constructiva, debe hacerla cuando sus emociones pasan por una débil intensidad. Una crítica constructiva debe pasar por filtros que descarten sentimientos de ira, de envidia, de tristeza o resentimiento, porque entonces pierde su cualidad, se despoja de seriedad y pierde su consideración para quienes tienen un criterio formado.

En Bolivia se ha hecho costumbre la crítica destructiva y odiadora, casi con exclusividad por razones políticas o ideológicas, pero también por estigmas raciales o sociales, antes que estéticas o de pensamiento. Basta remontarnos al fiero cuestionamiento que, por ejemplo, soportó Alcides Arguedas por su Pueblo enfermo por varias décadas, quién, pese a todo, es el escritor más aclamado por la crítica responsable, y es que“la mejor crítica es la que no responde a la voluntad de ofensa, sino a la libertad de juicio(Fernando Sánchez Dragó).

Las redes sociales especialmente, que amparan la impunidad o encubren la identidad, son el medio más idóneo para pretender destruir la obra literaria o el pensamiento del escritor, de la forma más infame. El afán político sobrepuja con creces a la edificante función de criticar constructivamente. La crítica sana poco o nada tiene que ver con los gustos. Si a algún escritor el texto de otro le parece una basura, como crítica solo es admisible si hay una argumentación coherente, y, en consecuencia, todo lo demás es envidia o intención malsana, populista, previsible, que denota falta de humildad y madurez. Y como ya se dijo, los comentarios injuriosos son más indicativos de la condición moral del emisor que de lo que podrían afectar al receptor

Por eso, hay que reivindicar la crítica, aquella que está exenta de intención subalterna, la que se centra en reprochar con decencia, de frente y con valentía, pero con altura, enfocándose en los desaciertos en particular, más nunca en las características personales del escritor y lastimando sus sentimientos. Pero no nos vayamos a las generalizaciones siempre odiosas, porque los buenos escritores hacen críticas ni lastimeras ni ofensivas, con juicios que se emiten con el propósito de posibilitar una mejora genuina o de hacer entrar en mejores percepciones sobre algún tema en particular, al destinatario de la crítica.

Augusto Vera Riveros es jurista y escritor

error

Te gusta lo que ves?, suscribete a nuestras redes para mantenerte siempre informado

YouTube
Instagram
WhatsApp
Verificado por MonsterInsights