Blog Post

News > Opinión > El dia despues

El dia despues

    Una vez conocidos los resultados de la segunda vuelta electoral, Bolivia ingresa a una etapa diferente, el transcurso del 19 al 20 de octubre no es un tránsito habitual, es el camino abrupto de la promesa al cumplimiento y de la paciencia a la exigencia, los plazos son políticos y éticos.

    Llegó la hora, los actores electorales, tanto el ganador como los perdedores, deberán afinar con mayor precisión sus objetivos y vincularlos al interés nacional sopesando las dificultades a sortear, para ello no tienen holgura en el tiempo están apremiados, no contarán con el espacio que tuvieron otros gobiernos en el pasado.

    Desde 1982, cada nuevo gobierno, ha sido beneficiado con más o menos unos tres meses  de tolerancia, tiempo en el que debía tomar decisiones con la idea de que ese lapso era más que suficiente para dar señales de los nuevos rumbos a ser transitados, después  la historia era otra.

    Es posible que este proceder, tenga algo que ver con la promesa hecha en el gobierno del Dr. Hernán Siles que se autoimpuso y pidió al pueblo,  una espera de cien días para resolver la crisis, que lejos de solucionarla, más bien, se desenfrenó. Parecería que en ese momento inaugural de la recuperación de la democracia se instaló en el subconsciente del pueblo una tradición no acordada ni planificada y peor aún justificada seriamente, que se transmitió a lo largo del tiempo como un código espontáneo en el ejercicio democrático a los noveles gobiernos.

    Transcurridos esos meses y sin mayor prolegómeno, se instalaba el conflicto con reivindicaciones sectoriales o regionales, no había yapa ni siquiera de algunos minutos.

    A diferencia del resto, Morales Ayma tuvo una luna de miel excepcional con el pueblo, su romance duró varios años al grado de que la ciudadanía sea o no de su organización, le permitió todo, incluso la comisión de delitos.

    El nuevo gobierno, ¿gozará de una luna de miel? y si la tiene ¿cuánto durará? Por supuesto, cada coyuntura tiene sus propias particularidades.

    Arce Catacora desde este 20 de octubre será un presidente formal sin ningún poder, su figura desgastada tendrá una agonía con fecha definida de expiración, mientras  el presidente electo, será convocado por la ciudadanía a tomar decisiones antes de su posesión, de este modo se abrirá un periodo en el que podría pasar cualquier cosa, será un momento de pronunciadas debilidades, que solo y únicamente podrían ser resueltas por la unidad de las fuerzas democráticas.

    Por ello, el tiempo que media entre la segunda vuelta electoral hasta la asunción del mando, no debe descuidarse  porque el gobierno saliente, en sus últimos estertores, seguirá en su tarea de corromper la coyuntura con medidas corrosivas en su afán de transferir el peso de la crisis a su sucesor, no cesará de aprovechar que los finalistas electorales se enfrascaron en una guerra adjetiva sin dejar en claro y con contundencia que el desastre es producto de la imposición del estado plurinacional que solo sirvió para dividir irreconciliablemente a los bolivianos  y denostar a la república como la forma ideal para fabricar su dictadura.

    Enfrente suyo no encontraron un rival político de vara alta que los frene, a su turno ningún opositor tuvo el coraje de poner en evidencia que los modelos de estado, sociedad y poder político, en esencia antidemocráticos, habían fracasado, les tembló el alma y el cuerpo de solo imaginar la reacción de los residuos masistas, si algo decían al respecto.

    La ciudadanía en las urnas cumplió, ahora es el momento de los actores políticos victoriosos, no tienen margen de error, se acabaron los discursos y las promesas, transitan por la dura realidad que les exige tomar decisiones rápidas y, espero, acertadas.

    Es necesario que desplacen sus equipos y tomen contacto, sin intermediación de ninguna dirigencia corrupta, con los sectores sociales agobiados de tanto maltrato, el escenario será la calle, los caminos, los barrios y la comunidad rural, ha llegado la hora del pueblo.

    La relación con la sociedad civil, deberá tener un correlato institucional que le otorgue credibilidad a eventuales consensos. Esto solo será posible con un gobierno que articule una sólida coalición sobre la base de un programa mínimo.

    Las señales no solo deben ser hacia adentro sino allende nuestra fronteras, urgen medidas que frenen y desarmen la presencia del crimen internacional organizado, los países vecinos y aquellos que no lo son deberán tener la seguridad de que se están produciendo profundos cambios, afirmando garantias y seguridades normativas a partir de un andamiaje jurídico moderno que respete la inversión extranjera y el interés de los bolivianos.

    La impunidad de los poderosos debe terminar al igual que las injusticias con los marginados y oprimidos, el sistema judicial esta en la mira.

    La unidad territorial de Bolivia es la base de la unidad social de los bolivianos, se debe restablecer la presencia soberana del estado en todos los puntos del país, nadie ni nada debe estar por encima de la nación y la república.

    Las reformas constitucionales son urgentes, necesarias e inevitables, se requiere de acuerdos que viabilicen un verdadero pacto social nacido de la voluntad ciudadana.

    El nuevo gobierno no tendrá tiempo para disfrutar de ninguna luna de miel,  tendrá que ser claro y contundente ya mismo, al toro por las astas, a la crisis también.   

    error

    Te gusta lo que ves?, suscribete a nuestras redes para mantenerte siempre informado

    YouTube
    Instagram
    WhatsApp
    Verificado por MonsterInsights