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El amor en tiempos distópicos

Juan Alberto Vich Álvarez

La gran transformación. La belleza, el amor, el sexo y la felicidad en el siglo XXI
Winston Manrique Sabogal
Barcelona, Galaxia Gutenberg, 2024
304 págs.

Apenas nos detenemos a pensar de qué modo afecta el contexto a la interpretación que podamos tener del amor romántico. Tendemos a concebirlo —pese a lo evidente— como un estado vital estático, independiente del espacio y del tiempo. Entendemos que cada caso es particular y, sin embargo, los asemejamos todos con base en su rasgo común más característico: la fusión de las partes en uno. Esta mirada, rebelde para con la aritmética, nos persigue desde la Antigüedad, cuando Aristófanes reveló el mito de los andróginos divididos en dos por Zeus, los eternos buscadores de la media naranja, quienes sufren de amor platónico. Dos que conforman la unidad, que ceden su identidad por una nueva y compartida. Una forma de alienación difícil de conjugar en la actualidad, donde la lucha de egos y la reivindicación de lo propio llenan los espacios hasta la asfixia. De esta manera, el interés de un proyecto en pareja se desplaza por una meritocracia feroz, un objetivo laboral individualista impulsado por los sistemas económicos imperantes. Así, el deseo de rentabilidad queda inoculado en la biología humana: de la piel a la entraña, de la entraña a la plaza pública. Las horas del día se agotan, los tiempos se reducen. Se dispara la pornografía, los succionadores, las aplicaciones de citas, los robots erotizados que te susurran las buenas noches, las gafas de realidad virtual, los asistentes de voz inteligentes… Lo que uno busque, rápido y a la mano, sin esperas, sin noches de discoteca ni barras de bar. Aspirar, durante los breves instantes de descanso, a la fugaz sensación de sentirse querido y deseado. Amores ficticios que surgen a través de una pantalla; amores racionales que nacen al responder, en un formulario, un puñado de correcciones políticas.

En este cruce de peatones, más concurrido que el japonés de Shibuya, se concentran las cualidades, acciones y sentimientos por todos anhelados, a saber, los cuatro deseos capitales: la belleza, el amor, el sexo y la felicidad. Este listado ha servido de subtítulo para el libro La gran transformación (Galaxia Gutenberg, 2024) de Winston Manrique Sabogal, un ensayo periodístico —acompañado de la participación de más de doscientos artistas, académicos y profesionales de la cultura, entrevistados por el autor— que apunta a los rápidos cambios cualitativos sucedidos a este respecto en el siglo XXI (y los que están por llegar). Manrique Sabogal señala la caída del Muro de Berlín y la pandemia de covid-19 como las principales causas de esta aceleración; una declaración que expresa lo imbricado del asunto, donde se entremezclan sociopolítica, religión, ciencia, tecnología… Diferentes ámbitos y diferentes voces, la personal y abierta del autor o la voz naciente del lector, que se suman al debate coral.

La lectura de La gran transformación invita a la reflexión, a hacernos preguntas que no deberíamos tratar de eludir. Quizá no estemos tan lejos de las distopías conocidas; al fin y al cabo, el amor siempre fue un enemigo del poder, una distracción yerma. En 1984 el amor y el erotismo fueron aplacados a través de torturas y lavados de cerebro, reduciendo el sexo —carente de orgasmo— a la procreación. En Un mundo feliz también se borran las relaciones afectivas, propiciando relaciones sexuales tan libres como vacuas. Ambos desligan sexo y amor, ambos reducen el segundo a cenizas. Dos modelos, en lo que al amor y a la sexualidad respecta, que recuerdan a algunos planteamientos históricos. Parece, en cambio, que el Gran Hermano actual viene resabiado de las experiencias de Winston Smith y de John «el Salvaje»1, por lo que debe poner en práctica nuevas estrategias de control. Algo más próximo a lo relatado por George Saunders en su relato Escape from Spiderhead, donde el suministro de la sustancia ED289/290 permite tanto el enamoramiento inmediato entre desconocidos como el desamor radical. Ya no se trata, por tanto, de inhibidores o potenciadores sexuales: bromuro, Viagra, Addyi… que permiten la eliminación o perduración de las pasiones, sino de conjuntos bioquímicos vinculados al sentimiento humano más preciado e íntimo, a su hacer y deshacer. Es lo que se llama «literatura de anticipación», que tiene su reflejo en los ánimos recientes de la ciencia y del mercado, tal y como anunciaron Anders Sandberg y Anna Machin, investigadores en la Universidad de Oxford: la llegada próxima de comprimidos de adrenalina, dopamina, oxitocina y serotonina, que garantizarán el aleteo de mariposas en el estómago o su extinción. Un futuro lleno de estímulos a la carta, de realidades particulares y escogidas, de onanismo frente al espejo, de solipsismo despreocupado, de eugenesia emocional que induce a vivencias forzadas y engañosas, donde el ser y el sentir se confunden, donde la subjetividad alcanza grados rotundos de verdad.

Es la primera vez en la historia que los hechizos de amor se desligan de los componentes naturales (hierbas, aceites, cabellos, lunas…) para adentrarse en los sintéticos, sustituyendo magia y superstición por química. Pastillas que facilitan estados emocionales prósperos, asegurando adicciones que impedirán sentir por uno mismo. Dicha tutela terminará por desarrollar una tolerancia debido a su abuso, una meseta anímica triste y gris. Quién hubiera sospechado que el estado parsimonioso del soma fuera alcanzado por un exceso de sentimiento, voluntario y no obligado, tan intenso y recurrente que acabará por apagarnos. Vemos cómo el amor, en un futuro posible, puede transformar su fuerza vital y motora en una trampa más de la ingeniería social. En este supuesto, o en cualquier otro, es fundamental la anticipación de cariños y de cuidados, de estrechar y cultivar nuestras relaciones al máximo, transmitiendo todos nuestros afectos, reforzando los apegos. Sólo así se apartarán los falsos cálices que están por venir, aquellos «productos milagro» que prometen, a voces llenas, cielos y glorias. Sólo así lograrán sobrevivir los rebeldes, con amores genuinos y de larga labranza, saliendo de la Matrix, ascendiendo las escaleras que se encuentran al fondo del horizonte.

El debate crece y engorda, se enriquece y continúa. La gran transformación de Winston Manrique Sabogal sienta las bases de los deseos universales desde una pluralidad autorizada y permite reflexionar acerca de los tiempos próximos, de dar conciencia a aquello que enciende nuestra sangre y nuestras pasiones, de cuestionar cuáles de los rumbos probables son los más o menos recomendados.

Juan Alberto Vich Álvarez es escritor, graduado en Ciencias Químicas y en Filosofía. Doctorando en filosofía del arte en la Universidad de Deusto. Trabaja como gestor cultural y colabora en diferentes revistas y medios digitales. Autor de tres libros. Fundador y director de la revista cultural Trépanos.

  1. Winston Smith es el protagonista de 1984, y John «el Salvaje», el de Un mundo feliz. N del E.
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