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Ejército de capitanes

Con la imposición del estado plurinacional el sistema de partidos políticos fue pulverizado y reemplazado por un monopólico instrumento político sobre la base de los movimientos sociales. Las otroras poderosas organizaciones partidarias dejaron de existir o fueron reducidas a una existencia marcada por la intrascendencia.

El partido político es parte de procesos históricos cuya presencia debe servir para reiterar los aciertos y evitar los errores cometidos. Su existencia transmitió y justificó ideologías, principios, valores, lenguaje con contenido y comportamientos de diversa raigambre.

La designación de compañero o camarada a quien compartía ideales, luchas, aspiraciones y, muchas veces, el ejercicio del poder político, fue reemplazada por el término hermano, que en un principio parecía invocar una relación más profunda que emergía desde el ancestro, empero, concluyo siendo la calificación a una vulgar complicidad en la comisión de actividades ilegales y arbitrarias.

La hermandad destructora del partido político se conglomeró en la corporación y en la defensa de sus intereses sectoriales con lo que eliminó la urgencia de lo nacional, instaló una retórica perversa en su contra con el fin de que se extinga, evitando de esta manera la presencia de propuestas y  figuras contestatarias.

Como los partidos y sus conductores de entonces no tuvieron la capacidad de reinventarse en función a las necesidades de la sociedad terminaron siendo presa fácil de los neopopulistas fascistoides que sin despeinarse eliminaron a toda una “clase política”.

El aparato de estado quedo en manos del MAS en exclusividad y se conformó un ejército de burócratas inescrupulosos que hicieron que las prácticas corruptas penetren en todos los niveles bajo la protección de jueces y fiscales serviles.

La única oposición existente en todo el periodo masista fue la parlamentaria, cuya presencia formal y anodina posibilitó el cómodo despliegue del autoritarismo. En casi veinte años, no se esforzaron en la formación de nuevos liderazgos ni establecieron una mínima linea política que ordene el accionar de su bancada. Su impronta devino en un amontonamiento de individualidades que fungían sin ninguna vinculación con sus representados y peor aún con la sigla que los cobijaba, de tal manera que la ciudadanía solo fue bombardeada con escándalos vergonzantes.

Quienes debían ser conducción, nunca asumieron su rol, cedieron su lugar a la casualidad, a la improvisación o a algún que otro allegado inescrupuloso. No se constituyeron equipos de trabajo en las diferentes áreas de interés de los bolivianos porque no había linea que defender ni estructura que los cohesione, ni representados a quienes responder. La tónica del periodo fue el dibujo libre.

En consecuencia ellos contribuyeron a una peligrosa desacumulación de fuerzas que con el despliegue del inseguro proceso electoral, desnuda nuevamente, el carácter de los grupos políticos, que no cuentan con equipos destinados a la lucha política en general y tampoco  para la lucha electoral. Su máxima pretensión es armar pequeñas maquinarias electorales y confiar en las redes sociales, cuyos mensajes dejan de lado la sustancia y a importantes sectores que requieren de algo más.

Confiar en que el candidato y su entorno son suficientes para disputar y expulsar del poder al MAS, insisto, es un error. La compleja crisis política, social, económica y moral requiere de la participación de ciudadanos experimentados en las diversas áreas. No basta ganar elecciones, sino garantizar la gobernabilidad, que solo puede obtenerse con un sólido apoyo ciudadano  a una causa que legitime al futuro gobierno, que cuente con equipos fuertes que otorguen seguridad a la gestión gubernamental  a partir de una estructura dispuesta a superar los peligros de futuras conspiraciones y mantener una relación fluida y permanente con la ciudadanía.

Es necesario construir, dicho de manera metafórica, un ejército de capitanes, con una estructura no jerárquica que supere la existencia de mandos verticales, con miembros que deberían estar capacitados para  traducir y explicar pedagógicamente el proyecto de poder, respondiendo con solvencia en todos los escenarios donde se produzca la lucha política.

La relación capitanes-ciudadanía en el proceso electoral luego devendrá en una democrática relación de gobernantes con gobernados, superando el divorcio que se ha producido entre sociedad política y sociedad civil.

De este modo el dibujo libre habrá sido expulsado del proceso electoral y de la futura gestión de gobierno

Sucre, 9 de marzo de 2025

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