La integración de la inteligencia artificial (IA) en la educación universitaria ha abierto un mundo de posibilidades para el aprendizaje y la enseñanza. La IA se presenta no solo como una herramienta, sino como un compañero de aprendizaje que amplía nuestras capacidades cognitivas. Desde la perspectiva del estudiante, la IA ofrece la oportunidad de explorar conceptos complejos con el apoyo de un asistente personalizado, disponible en cualquier momento para responder preguntas y facilitar la comprensión. Desde la perspectiva del profesor, la IA se convierte en un aliado para diseñar experiencias de aprendizaje más enriquecedoras y centradas en el estudiante, permitiendo un enfoque más personalizado y adaptativo. Sin embargo, también presenta desafíos significativos, como el reto de combinar la inteligencia humana con la inteligencia artificial en un proceso denominado cointeligencia (Ethan Mollick). La cointeligencia se refiere a la colaboración armoniosa entre la inteligencia humana y la IA, donde ambas partes se potencian mutuamente para lograr una comprensión y resolución de problemas más efectiva pero las decisiones las sigan tomando las personas con sabiduría.
En mi curso introductorio de macroeconomía de la Escuela de Producción y la Competitividad de la Universidad Católica Boliviana (ePC-UCB), los estudiantes tienen la oportunidad de utilizar la inteligencia artificial, especialmente herramientas como ChatGPT-4, en cada sesión y durante sus estudios. La IA se convierte en una extensión del aula, permitiendo que los estudiantes exploren conceptos económicos y desarrollen respuestas a preguntas complejas en tiempo real. Además, hemos diseñado un proyecto central en el cual los estudiantes desarrollan un ChatBot sobre economía boliviana, lo que les permite estructurar y aplicar conocimientos económicos de manera práctica y significativa. Este ejercicio resulta muy útil para los estudiantes, ya que entrenan al ChatBot con trabajos, documentos, libros y estadísticas nacionales.
El uso de ChatGPT en las clases plantea una cuestión esencial: ¿cómo evaluar el desempeño de los estudiantes en un entorno donde la IA está presente en cada paso del aprendizaje? Aunque la IA facilita la resolución de problemas, el análisis de datos y la construcción de argumentos, también difumina la línea entre lo que los estudiantes saben y lo que la máquina sugiere. Evaluar a los estudiantes implica no solo medir su conocimiento sobre macroeconomía, sino también su capacidad para interactuar críticamente con la IA. Se valoran habilidades como plantear buenas preguntas, verificar la veracidad de las respuestas y aplicar esos conocimientos en situaciones concretas. Para ello, la combinación de métodos tradicionales, como exámenes escritos, junto con el uso de la IA, puede ser una opción efectiva para promover la cointeligencia, no siendo la única.
Los estudiantes se enfrentan al desafío de utilizar la IA para potenciar tanto su estudio individual como colectivo. A nivel individual, se incentiva el uso de ChatGPT-4 para reforzar conceptos y practicar la resolución de problemas. A nivel colectivo, la IA facilita la colaboración entre pares mediante el desarrollo conjunto del ChatBot sobre economía boliviana. Este proceso fomenta la estructuración del conocimiento y una comprensión más profunda de la economía local, haciendo que la IA actúe como catalizador de la cointeligencia.
La transformación de la educación universitaria mediante la IA no se trata solo de adoptar nuevas tecnologías, sino de repensar las dinámicas de aprendizaje y evaluación. La clave está en avanzar hacia una cointeligencia, donde estudiantes y tecnología se complementen para superar las limitaciones individuales y aprovechar las capacidades de la IA para un aprendizaje más profundo y significativo. La cointeligencia también debe potenciar el pensamiento crítico, los valores y la creatividad. Desde la perspectiva del estudiante, esto significa aprender a usar la IA de manera reflexiva, evaluando críticamente la información proporcionada y desarrollando habilidades que van más allá del simple análisis de datos. Para el profesor, implica guiar a los estudiantes en la integración ética y efectiva de la IA, fomentando el desarrollo de una sabiduría que la inteligencia artificial, por sí sola, no puede proporcionar. Según Yuval Noah Harari en su libro Nexus, la sabiduría se refiere a la capacidad de ver el panorama completo, discernir las implicaciones éticas y comprender el contexto más amplio de nuestras decisiones. Cabe recordar, que la sabiduría es una cualidad que combina conocimiento como experiencia y buen juicio. A veces se describe como la capacidad de tomar decisiones correctas y efectivas basadas en una comprensión profunda de la vida y las personas y no es solo tener más información. La IA es insuperable en información y análisis, pero no es equivalente a la sabiduría; esta última sigue siendo el refugio de la inteligencia humana.
El desafío no radica en evitar el uso de la IA en el aula, sino en integrarla de manera estratégica para convertirla en una extensión de la inteligencia humana, promoviendo un proceso de cointeligencia. Para lograrlo, es fundamental desarrollar nuevas metodologías de enseñanza y redefinir los mecanismos de evaluación para medir no solo el conocimiento individual, sino también la capacidad de interactuar con la IA de manera crítica y productiva. Estamos en una fase experimental que exige un enfoque reflexivo y adaptativo, considerando los desafíos éticos, las competencias digitales y la forma en que la IA facilita un aprendizaje significativo. Solo mediante la combinación de estos elementos podremos transformar verdaderamente la educación universitaria, preparando a los estudiantes para enfrentar los desafíos del mundo actual y aprovechando al máximo las capacidades humanas y tecnológicas. Pero el desafío mayor está en formar seres humanos con sabiduría y sensibilidad.