Dos veces he estado frente a gente armada y -como víctima- doy fe de lo que se siente al estar amenazado. Escribo esta columna, a propósito de los insufribles avasallamientos a predios productivos que se están dando en Santa Cruz, una práctica al margen de la ley que ha derivado en enfrentamientos, heridos y secuestros por gente armada, en una clara actividad delincuencial.
Recuerdo que en 2013 los avasallamientos a más de 100 predios en producción motivó al periódico estatal “CAMBIO” a realizar una investigación “in situ”. Admirador y defensor de la actividad agropecuaria cruceña, indignado -además- por la agresión al sector agroproductivo, me ofrecí a acompañar dicha labor periodística, sin ver el peligro que entrañaba.
El 7 de noviembre de 2013 fuimos al encuentro de una columna de avasalladores y hallamos sus vehículos en Limoncito, al Norte de Santa Cruz, a 100 km de la capital; pero, antes de darnos cuenta -Jorge Mamani, fotógrafo de “CAMBIO” y mi persona- nos vimos rodeados por una turba con armas de fuego y machetes, que nos zarandeaban y golpeaban queriendo arrebatarle la cámara fotográfica a él, y a mí, mi celular con el que filmaba; solo por la gracia de Dios y el grito de “¡Estado Plurinacional, Estado Plurinacional!” proferido por la periodista Karem Gandarillas, que se abrió paso mostrando su identificación del Ministerio de Comunicación, nos salvó de ser víctimas de aquel centenar de avasalladores y traficantes de tierras. Confieso que sentí temor, rabia e impotencia, por la agresión. El hecho indignó a las autoridades y se ordenó una profunda investigación.
La segunda vez que me vi amenazado por un arma fue el 4 de abril del 2014, a las 20:45 horas, en la plazuela del Barrio Avaroa, en Santa Cruz de la Sierra, pese a la potente luz de los faroles y 7 personas sentadas en derredor, que no hicieron nada para defendernos; uno de los asaltantes me puso el revólver a la altura de la nariz, mientras el otro inmovilizaba a mi esposa Jannet.
Grande fue el susto, primero, y la impotencia después, porque nos robaron prácticamente todo. Sentamos denuncia ante la FELCC, pero no recuperamos nada. El consuelo fue que, gracias a Dios, “la sacamos barata” porque el daño pudo haber sido peor.
Hago este relato solidarizándome con mis amigos productores del agro cruceño agredidos por los avasalladores, así como también, con mis colegas y amigos de la prensa Silvia Gómez, Mauricio Egüez, Jorge Gutiérrez, Sergio Martínez, Nicolás García y Percy Suárez, hechos rehenes, amenazados y torturados por encapuchados el pasado 28 de octubre en Guarayos, solo por cumplir con su labor de investigar sobre los avasallamientos. He visto sus rostros atemorizados y sus lágrimas, he escuchado sus dramáticos relatos y su dolor, por eso esta columna…
No es un tema menor. El Comandante de la Felcc confirmó que había como 70 hombres armados en Las Londras, donde se produjo tan nefasto hecho. Caldeados los ánimos como están, cuidado que la sangre llegue al río…
Volviendo al suceso del 2013 en Limoncito y la investigación realizada, dice Karem Gandarillas: “La gente armada fue detenida gracias al registro de prensa y a periodistas decididos a comunicar la verdad, cuya labor se hizo patente mediante una serie de trabajos de investigación que ayudaron a hacer justicia, tanto en los estratos judiciales, como con la Ley 477, contra el avasallamiento y tráfico de tierras del 20 de diciembre de 2013. El trabajo de prensa es una labor peligrosa, pero ante todo, un apostolado que lleva luz allá donde nadie se atreve a llegar; es, por tanto, uno de los más altos servicios a la Patria y a sus hijos”.
Se ha dicho que el secuestro y la agresión a periodistas, civiles y policías en Las Londras no quedarán impunes (“Gobierno advierte que será implacable contra aquellos que entran a propiedades y secuestran personas”, boliviaaldia.bo, 29.10.2021). Ojalá así sea, como en 2013, cuando se entendió que, de parar los avasallamientos, dependía el normal abastecimiento de alimentos…
Rodríguez Álvarez es economista y magíster en Comercio Internacional