Homero Carvalho Oliva
Para mis amigas Claudia Vaca, Veranika Liz y Patricia Gutiérrez, compañeras de cielos, mares y tierras. “Salamanca no es una ciudad, es una atmósfera”. Miguel de Unamuno
“Estoy en Salamanca extremadamente feliz. Esto es muy bello. Estoy visitando monumentos” Federico García Lorca
Hay nombres que ejercen una irrevocable atracción desde que los escuchamos por primera vez, nombres de lugares, ciudades, animales, personas, cosas, montañas, ríos, desiertos, en fin… patronímicos que nos despiertan la curiosidad por conocerlos, saber más de ellos, visitarlos y/o experimentarlos con los cinco sentidos y, por supuesto, con el que los nomina a todos ellos: el lenguaje, para intentar describir, desentrañar sus misterios y transmitir las emociones que su descubrimiento nos produce. Uno de esos nombres, es sin duda alguna, el de Salamanca.
Así que cuando recibí la carta invitación de la Fundación del Ayuntamiento de Salamanca, “Ciudad de cultura y saberes”, para participar en el XXVII Encuentro de Poetas Iberoamericanos, sin duda una de las citas poéticas más importante del mundo, me sentí muy feliz. Agradezco a Claudia Vaca por las gestiones y la buena voluntad para abrir las puertas a la literatura boliviana desde el lugar donde le toque vivir, y al poeta Alfredo Pérez Alencart, director del encuentro desde hace varias décadas, hay que destacar que él, además de la organización que incluye las invitaciones, el hospedaje, el programa y otros detalles no menos importantes, se hace cargo de la promoción del festival y de la difusión tanto de la obra como de las biografías de los poetas invitados que proceden de España, Portugal y América Latina, y ahora también asistieron poetas de Italia y Polonia.
Días después le llegó a Carmen Sandoval, mi esposa, la invitación que Doña Yolanda Martín González, Directora del Departamento de Biblioteconomía y Documentación de la Universidad de Salamanca, le cursaba para que asistiera “a una estancia de investigación” que enriqueciera su tesis de doctorado.
Y, como sucede, cuando me llega alguna invitación para visitar una ciudad, el viaje empieza en el recuerdo, las lecturas, las imágenes y la esperanza, que hace que antes de arribar a destino ya sepa y/o imagine algunas cosas que me aguardan en sus calles, plazas y alrededores.
Cruzando el mar por los cielos hacia la “Ciudad de los saberes”
La noche del 10 de octubre salimos, con Carmen, de Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, rumbo a Madrid, España; en el vuelo también estaba Patricia Gutiérrez Paz, escritora y poeta boliviana, invitada a la misma llamada literaria que nos convocaba. Cruzamos por los cielos el océano Atlántico, el segundo más grande del mundo, famoso por sus corrientes y huracanes. Después de once horas de viaje, entre el sueño y la vigilia, llegamos a la capital española al mediodía del 11 de octubre y desde la estación de buses, centro neurálgico que vincula a viajeros de todo el mundo, abordamos un bus hasta Salamanca, nuestro destino final.
La ciudad de Salamanca, a orillas del río Tormes, es famosa entre otras cosas por el refrán que identifica a su universidad: «Lo que naturaleza no da, Salamanca no presta» (en latín, Quod natura non dat, Salmantica non præstat), leyenda esculpida en piedra en uno de los ingresos a la ilustre casa superior de estudios, atribuida al gran escritor Miguel de Unamuno, catedrático de griego, que llegó a ser rector en tres ocasiones de tan prestigiosa universidad.
La ciudad del Tormes está situada en la comunidad autónoma de Castilla y León y su origen se remonta, con versiones legendarias, a 2700 años atrás “y desde entonces el lugar fue testigo del paso de vacceos, vettones, romanos, visigodos y musulmanes”[1]. Polibio de Megalópolis la cita como Helmantike, nombre griego que significa «Tierra de adivinación».
La repoblación medieval fue hecha por Raimundo de Borgoña, yerno del rey Alfonso VI, que sentó las bases de una ciudad que tras ocho siglos acumulando arte y sabiduría ha llegado a convertirse, especialmente por su impronta universitaria, en una de las capitales con mayor tradición cultural y esplendor monumental de todo el continente europeo”[2] En el año 1988 la Ciudad Vieja fue nombrada por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad por sus invalorables monumentos históricos arquitectónicos y, así lo confirmé al caminarla como flâneur, dispuesto al asombro, en ella siempre hay algo que descubrir.
La famosa universidad
La Universidad de Salamanca fue fundada en 1218 por el rey Alfonso IX de León, es decir, hace más de ocho siglos. Se considera la tercera más antigua de Europa, después de las de París y Oxford. En el siglo XVI, bajo su influjo se comenzaron a instituir universidades en América, por eso las universidades americanas reconocen a la de Salamanca como su «alma mater».
En sus aulas se han formado científicos, artistas, investigadores, historiadores, escritores y poetas, como Fray Luis de León, poeta y teólogo del siglo XVI, Francisco de Salinas, compositor y teórico musical del siglo XVI y Antonio de Nebrija, lingüista y filólogo del siglo XV, creador en 1492 de la primera Gramática castellana. Además de Luis de Góngora, poeta y dramaturgo del Siglo de Oro español; Calderón de la Barca, se graduó en derecho canónico y civil, allí comenzó a escribir sus primeras comedias; también Carmen Martín Gaite, una de las escritoras españolas más reconocidas en la literatura posterior a la Guerra Civil. León Felipe, poeta, residió en Salamanca durante parte de su vida, de este poeta recuerdo unos versos que, de adolescente, anunciaron mi futuro como narrador: “Yo no sé muchas cosas, es verdad, / pero me han dormido con todos los cuentos…/ y sé todos los cuentos”.
En esta universidad también se graduó la primera mujer universitaria del mundo: Beatriz Galindo, «la Latina» y la primera mujer profesora de universidad del mundo, Luisa de Medrano, durante el curso 1508-1509. Sin duda alguna que la Universidad de Salamanca, a lo largo de su historia, ha tenido una influencia significativa en todos los campos del conocimiento humano, en general y en la literatura española, en particular.
El Encuentro de Poetas Iberoamericanos
El nombre del poeta Alfredo Pérez Alencart (energía poética, generosa e inagotable) está asociado a esta magnífica cita cultural, que este año del Señor de 2024 alcanzó su XXVII versión, reuniendo a decenas de poetas de los países de Iberoamérica. El poeta peruano Harold Alva, le dedicó un homenaje en el Diario Expreso, de Lima, Perú, en el que señala: “Nuestra vida es una esperanza que se convierte continuamente en memoria y la memoria engendra esperanza”, decía don Miguel de Unamuno. Esa es la razón, intuyo, que moviliza, hace veintisiete años, la voluntad de Alfredo Pérez Alencart, el peruano salmantino que no ha cejado en su misión por hacer de octubre un conmovedor registro de propuestas poéticas para la posteridad. (…) Porque sé lo que significa, y demanda, organizar una hazaña como ésta, felicito la convicción de Alfredo, su fe para construir esa poderosa puerta que le entrega a la tierra de Fray Luis de León, un cónclave abierto para el mundo, así de iconoclasta es su propuesta; no cualquiera consigue que, en los claustros centenarios de la Universidad de Salamanca, la poesía logre el abrazo de litorales y cordilleras, acercándola a sus protagonistas, poniéndolos, cara a cara, frente a la historia. Digo bien: esa historia que ha escrito con José Hierro, Claudio Rodríguez, Alejandro Romualdo, Antonio Salvado, Nuno Júdice, Jesús Hilario Tundidor, Jacobo Rauskin, esa historia que escribe con Antonio Colinas, Javier Lostalé, Daisy Zamora, Raúl Zurita, Hugo Francisco Rivella, Elicura Chihuailaf, Rafael Soler, Jaime Siles, entre otros importantes registros de la poesía contemporánea”-
Para sitiar el asombro
El XXVII Encuentro reunió a cuarenta poetas de veinte países en homenaje a Pío E. Serrano y José María Muñoz Quirós y se denominó “Para sitiar el asombro”, título también de la Antología poética que reúne poemas de los poetas que asistimos a esta memorable cita.
Si la poesía es una forma de conocimiento, la lectura del poema nos abre la puerta del interior del poeta, a través de su voz, que hace de puente sensorial entre el público y los aedas. Así el poema se trasforma en la lengua dentro de la lengua que nos permite conocer al creador de los versos.
El domingo 13, por la mañana, en el Aula Unamuno del Edificio Histórico de la USAL, en el Primer acto del XXVII Encuentro, denominado Poetas Iberoamericanos Próximos a Don Miguel, se realizó una lectura previa a la inauguración, en la que leímos todos los poetas y, pese a las recomendaciones de Alfredo de que se leyera poemas breves, no faltaron los que, para variar, hicieron caso omiso.
Por la noche, en el estupendo Teatro Liceo, repleto de público, se llevó a cabo la inauguración a cargo de Ángel Fernández Silva, Concejal de Cultura y Turismo que dio paso al concierto de la cantante y compositora colombiana Martha Elena Hoyos, con el acompañamiento del guitarrista colombiano Andrés M. Rangel y el Grupo Joyalada de Salamanca
Luego se presentó el encuentro y la Antología Para sitiar el asombro con palabras de Alfredo Pérez Alencar; inmediatamente pasamos a la ceremonia de entrega del XI Premio Internacional de Poesía ‘Pilar Fernández Labrador’, (del cual fui finalista el año 2019), a Nidia Marina González Vásquez (Costa Rica, ganadora) y Valentín Navarro (España, accésit). Después de las palabras de doña Pilar Fernández, que nos obsequió una magnífica pieza de oratoria en la que acentuó su amor por Salamanca, la poesía y los libros, se entregó los premios: cuadros pintados por el artista Miguel Elías, “El pintor de los Poetas”, que acompaña el encuentro desde sus inicios.
En la inauguración participamos dos poetas bolivianos: Patricia Gutiérrez y mi persona, junto a Hugo Francisco Rivella (Argentina), Omar Ortiz Forero (Colombia), Giovanna Benedetti (Panamá), Otoniel Guevara (El Salvador), Maru Bernal (España), Harold Alva (Perú) Miguel Iriarte (Colombia) Carlos Aganzo (España), Carmen Alicia Pérez (Colombia), Lizette Espinosa (Cuba), Jesús Fonseca (España) Patricia Denegri (Perú), Carlos Nuno Granja (Portugal), Luz Mary Giraldo (Colombia) y Omar Aramayo (Perú), entre otros.
Los días posteriores, 14, 15 y 16, se realizaron lecturas en muchos lugares, colmando la ciudad de poesía. Los poetas, bajo la atenta mirada de Alfredo o guiados personalmente por él y José Alfredo, su hijo, fuimos pródigamente distribuidos para compartir lecturas y confraternizar entre nosotros y con el público, si acaso lo hubiera.
El día 14 leí en la Sala de la Palabra, junto a Carmen Prada Alonso (España), Martha Elena Hoyos (Colombia), Marco Antonio Madrid (Honduras), Aida Acosta (España) y Leonam Cunha (Brasil).
El alcalde y los balcones
A las 13:00, de ese mismo día, en el Salón de recepciones, del Ayuntamiento de Salamanca, se realizó recepción oficial a los poetas y la entrega de la distinción de Huéspedes distinguidos a los poetas Omar Ortiz Forero (Colombia) y Giovanna Benedetti (Panamá). También se entregó la Medalla Fray Luis de León de Poesía Iberoamericana, a Hugo Francisco Rivella.
El alcalde de la ciudad Don Carlos Manuel García Carbayo pronunció un emotivo discurso oficial y luego abrió las ventanas que dan a los balcones, un ritual reservado para las grandes ocasiones en la que los privilegiados pudimos observar la plaza mayor desde las alturas. Ese espacio que la escritora Carmen Martín Gaite definió así: “La Plaza Mayor de Salamanca, con su luminosidad dorada, se convierte en el corazón palpitante de la ciudad, un escenario perfecto para los encuentros y las despedidas».
Lecturas y salones
El día 15 de octubre, leímos en la Facultad de Filología de la USAL, en el Aula Magna del Palacio de Anaya y el 16 de octubre, para cerrar tan maravilloso encuentro, tuve el honor de leer algunos de mis poemas a estudiantes de colegio del Instituto Fray Luis de León.
Otros poetas leyeron en Colegio Maestro Ávila, Claustro del Colegio Fonseca. Diputación de Salamanca, en la Sala de prensa; también se realizaron presentaciones de libros y, por las noches, asistimos a conciertos de música y canto.
¡La biblioteca!
El 15 de octubre, dirigidos por Alfredo, que hacía las veces de guía turístico, visitamos la Biblioteca Histórica, primero, y luego la Casa-Museo Unamuno. El origen de la famosa Biblioteca de la Universidad data de la época del rey Alfonso X ‘El Sabio’ que la fundó en 1254, la biblioteca pública más antigua de España y de Europa. “Para llegar a ella, hay que subir por la Escalera del Conocimiento. No hay mejor antesala: esta escalinata renacentista del siglo XVI es una alegoría en piedra sobre cómo la sabiduría es el camino para superar los vicios del hombre. Un ascenso hacia la virtud a la que tomamos rumbo”[3]. Una apropiada descripción de una escalera que, con Carmen, emocionados, subimos de la mano, paso a paso.
Según datos de la propia Universidad de Salamanca, la Biblioteca Universitaria posee en la actualidad 2.774 manuscritos, 483 incunables y alrededor de 62.000 impresos entre los siglos XVI y XVIII. Los fondos bibliográficos abarcan libros, folletos, publicaciones periódicas, planos, mapas y materiales especiales, como Códices, manuscritos que incluyen originales mecanografiados. Por supuesto libros, folletos, publicaciones periódicas, mapas y todo tipo de materiales impresos mediante procedimientos de imprenta manual (siglo XV – 1830).
«Muchas son las joyas literarias que custodia la Biblioteca Histórica de la Universidad de Salamanca, reposadas entre sus estanterías de pino de estilo barroco; o protegidas a cal y canto en su pequeña sala acorazada. Un mágico templo dedicado a las letras al que se accede por una hermosa Escalera del Conocimiento y cuyos casi 3.000 manuscritos y 500 incunables -entre ellos una copia del inestimable ‘Los Elementos de Euclides’- ejercen un poder hipnótico sobre el que los mira”[4]
Debo reconocer que para Carmen y para mí, esta visita era la realización de un sueño de nuestras infancias, para quienes amamos los libros esta biblioteca es mítica. Estar en el recinto central, la sala magna, ver los estantes de pino con los libros ordenados, los sillones medievales, las pinturas, las mesas antiguas, los globos terráqueos… Sentí que Unamuno tenía razón cuando afirmó: “Salamanca no es una ciudad, es una atmósfera”.
La bienvenida estuvo a cargo de Eduardo Hernández, que brinda sus conocimientos a grandes personalidades y visitantes especiales como nos hizo sentir a los poetas con sus doctas explicaciones. Nos mostró tres libros antiguos, incluido El Quijote y otros incunables. Salí de allí en éxtasis, con la sensación de ser testigo de la historia de la humanidad. Después de mostrarnos esas maravillas, Hernández nos hizo una concesión, señaló una gran puerta al medio de la sala magna, y nos confesó que detrás de ella estaban las joyas, todos contuvimos la respiración cuando la abrió, vimos una inmensa puerta igual a las de las bóvedas de los bancos, giró la rueda y la abrió, para nuestra decepción, apareció otra puerta acorazada, pero detrás ellas estaba la habitación con el tesoro que solamente se nos permitió espiar, con Carmen nos imaginamos los vetustos volúmenes y volamos hacia las palabras escondidas en manuscritos como el “Liber canticorum et horarum”, de 1059, uno de los más antiguos que se conserva en la Biblioteca Histórica.
Sin salir del asombro del milagro de los libros que habíamos observado, nos fuimos a conocer lo que quedaba del famoso “Cielo de Salamanca”, la cúpula en forma de cuarto de esfera que fue pintada por Fernando Gallego, entre 1480 y 1493, y muestra cinco constelaciones zodiacales, tres boreales y seis australes, así como el Sol y el planeta Mercurio, un prodigio para esa época.
Esa noche no pude dormir pensando en lo que había visto, recordé mis lecturas sobre la biblioteca de Alejandría, recordé que Alejandro Magno llevaba consigo un ejemplar de La Ilíada, tomé mi mochila y saqué de su interior El infinito en un junco, el libro de Irene Vallejo, que he releído muchas veces y que me lo traje para abrirlo a la suerte en el vuelo y practicar la bibliomancia: «Los libros son el único lugar donde la inmortalidad se vuelve posible.»
El Hotel Colegio Fonseca
Pocas veces menciono a los hoteles en mis crónicas de viajes literarios, sin embargo, el Colegio Fonseca, donde nos hospedaron, merece que se lo reconozca por su historia que se entrelaza con el patrimonio académico y cultural de la ciudad. El Colegio Mayor de Fonseca fue fundado en 1519 por Alonso de Fonseca, arzobispo de Santiago de Compostela, como un colegio mayor para albergar y alojar a estudiantes de la Universidad de Salamanca.
El edificio es una obra maestra del Renacimiento español y a través de los siglos, ha sido utilizado para diferentes propósitos académicos y administrativos dentro de la Universidad de Salamanca hasta quedar como hotel que ha acogido a muchos huéspedes ilustres. Allí, en el primer piso, pude observar una magnífica colección de relojes antiguos, esa inútil obsesión del ser humano por controlar el tiempo.
En un desayuno, un poeta colombiano contó de la aparición de un fantasma en su pieza, lo cual nos pareció natural en un edificio con tantos siglos y mucha historia.
La ciudad, reencuentros, nuevas amistades
Mientras yo cumplía mi agenda con los poetas, Carmen, sostuvo reuniones académicas con Doña Yolanda Martín González, Directora del Departamento de Biblioteconomía y Documentación y el Dr. Fernando Carbajo Cascón, Decano de la Facultad de Derecho. Entre citas formales y lecturas de poemas nos dimos tiempo para disfrutar de la hermosa ciudad. Como, es nuestra costumbre, fuimos a conocer las iglesias, allí apreciamos los altares, los retablos, los gigantescos órganos, los decorados púlpitos, las pinturas coloniales, las efigies de santos y vírgenes; después de apreciar lo apreciable, nos sentábamos a disfrutar del silencio de siglos, orábamos y pedíamos nuestros tres deseos (hemos pedido muchos, esperemos que se cumplan algunos de ellos y será suficiente).
No podía faltar en nuestro itinerario la Plaza Mayor, (inaugurada en 1756) y la Catedral de la Asunción de la Virgen, estilo gótico, (construida entre 1513 y 1733), tanto la antigua como la nueva, allá estuvimos un par de horas porque es un conjunto de capillas y naves laterales. En la imponente fachada de este templo le tomé una foto al célebre astronauta de las teorías de la conspiración.
Otro día nos fuimos a enamorar al Huerto de Calixto y Melibea, cruzamos el puente romano, visitamos la casa de las conchas, caminamos por calles adoquinadas que me hicieron recuerdo a la ciudad de La Paz, Bolivia, de hace algunas décadas, y en el café Novelty (inaugurado en 1905), ubicado en la Plaza Mayor, allá nos encontrábamos con amigas y amigos poetas, como Patricia Gutiérrez (poeta íntima y reflexiva desde lo cotidiano) y otros, en ese espacio para la conversación nos tomamos fotografías con la estatua del escritor Gonzalo Torrente Ballester, hecha por el escultor Fernando Mayoral, como si le estuviéramos leyendo algún poema al oído, para recodarle que no lo hemos olvidado y que tenía razón cuando afirmó que “en Salamanca se aprende tanto en las aulas como en las calles” sencillamente porque “las piedras tienen historia y los edificios hablan.”
El comedor y los poetas
En estos encuentros las reuniones en las comidas, desayunos, almuerzos y cenas, son vitales para integrarse con otros poetas, reencontrar a conocidos y hacer nuevas amistades. En estas ocasiones que los “encuentros” cobran su verdadero significado. Uno quisiera conocer y hablar con todos los poetas invitados, conocer algo de sus vidas, de sus ciudades, de su gente, pero es imposible; sin embargo, en estas citas, el azar (otro de los nombres de Dios) va acomodando las reuniones.
Coincido con Mario Vargas Llosa que, afirmó que “en Salamanca la comida tiene un sabor especial como si estuviera impregnada de historia”.
Me reencontré con Yordan Arroyo (poeta vital y solidario), Harold Alba (la generosidad poética), Omar Aramayo (sabiduría de Los Andes), Martha Elena Hoyos (la voz de la esencia de nuestra América Latina) y conocí a entrañables seres humanos como Moisés Mayán, su esposa Ana Rosa y su pequeño hijo (vestido con corbata de moño, como todo poeta. Los tres son el poema); a Pío Serrano (“La ternura infinita de la mano que busca el corazón”), Luz Mary Giraldo (la tejedora de la memoria, fina y culta poeta), Maru Bernal (la bella durmiente del sofá, que nos recordó que aún seguimos en Troya). Hugo Rivella (el humor de la insospechada condición humana), Otoniel Guevara (nostalgias de los años feroces de Centroamérica), Marco Antonio Madrid (que nos trajo la secreta voz de Honduras que descubre que también somos paisaje), Omar Ortiz (por evocar que no se puede ser viajero sin haber pasado por México), Carlos Nuno Granja (el acento musical de un idioma que me trae saudades), Giovanna Benedetti (el simbolismo de lo femenino) José Alfredo Pérez (talentoso y joven poeta, siempre dispuesto a colaborar y atento a todo), Nidia Marina González (después de la poesía siempre estará ella), Carmen Alicia Pérez (joven, muy joven y madura en su voz poética), Valentín Navarro (accésit del Premio Pilar Fernández) y Patricia Denegrí (la magnolia del encuentro). Con quienes intercambiamos libros, palabras y abrazos, además de expresar nuestros deseos de volver a encontrarnos.
Debo confesar que, así como llevo libros para regalar, siempre retorno con muchos otros dedicados y autografiados por sus autores. Y si de obras se trata visitamos la librería Leyenda de libros usados.
Por esas paradojas de los tiempos y los espacios, allí me reencontré con el poeta Benjamín Chávez, con quien compartimos un país, pero vivimos en ciudades distintas y casi no nos vemos.
Un agradecimiento especial a los poetas y fotógrafos Luis Aguiar y José Amador Martín, gracias por arte, su tiempo y generosidad.
Escritores bolivianos en Europa
En Europa residen varios escritores bolivianos que tuvieron que migrar por distintas razones, algunos de ellos se han agrupado y hacen eventos literarios, participan en ferias de libros, compilan antologías y se reúnen en mesas redondas para hablar de literatura, del país, así como de los problemas migratorios. Algunos de ellos vinieron, cariñosamente, a visitarnos en Salamanca: Haydee Nilda Vargas, Asteria Reyes, Serafín Vargas y Zaida Franco, a ellos les comenté que Miguel de Unamuno, quien era admirado por Jorge Luis Borges, había mantenido correspondencia con algunos escritores bolivianos, entre ellos con Jaime Mendoza y Alcides Arguedas, de este último escribió artículos sobre algunas de sus obras, particularmente sobre Pueblo enfermo. En alguna de sus cartas le menciona que “Bolivia es un país del cual aquí apenas se sabe, sino que existe y esto no todos los que pasan por ilustrados”.
A todos ellos mi gratitud por su solidaridad.
Claudia y Veranika
El 16 de octubre, día antes de partir hacia Madrid para presentar mi novela Santo Vituperio, por esas sorpresas que me depara la vida, con Carmen, la Amada, pernoctamos en un hermoso departamento en un antiguo edificio de piedra sobre el río Tormes, que fue parte de los famosos molinos, donde se atribuye el posible nacimiento del Lazarillo, uno de los personajes más emblemáticos de la literatura española. Un apartamento con balcón y vista al río, en el que viven nuestras queridas amigas Claudia Vaca (poeta de la identidad, la memoria y la naturaleza) y Veranika Lis (el infinito en su mirada), encantadora pareja, quienes nos hospedaron por una noche para luego partir juntos hacia Madrid. Claudia y Veranika, Veranika y Claudia, son las hermanas que la vida nos dio y pudimos compartir muchas horas alejados del mundo y sus alrededores.
Gracias a las gestiones de Claudia fuimos entrevistados en el programa Planeta biblioteca de la Radio de la Universidad de Salamanca. Para Carmen y mi persona ser entrevistados por Julio y Marlene fue un honor.
Libros, citas y versos sobre Salamanca
Todas las ciudades, por muy pequeñas que sean, siempre han tenido alguien que cante sus glorias, sus paisajes y su gente; desde el humilde poeta de un pueblo de provincia hasta cumbres literarias como Miguel de Cervantes, El licenciado vidriera que afirma: «Salamanca que enhechiza la voluntad de volver a ella a todos los que de la apacibilidad de su vivienda han gustado».
Fernando de Rojas escribió en siglo XV La Celestina asegurando la inmortalidad del huerto de Calisto y Melibea que se encuentra en el centro mismo de la ciudad salmantina.
El Lazarillo de Tormes, de autor anónimo, es otro de los clásicos universales que tienen a la ciudad como protagonista, especialmente el puente romano sobre el río Tormes.
En todas las crónicas, que he escrito sobre mis visitas a ciudades del mundo, siempre hago una breve antología poética sobre la urbe visitada:
Lope de Vega
(Fragmentos)
ínclita ciudad famosa
Favorecida del cielo
Real Universidad
Madre de tantos ingenios
Famosa Universidad
Salve luz del Evangelio
Celebrada en todo el mundo
Con razón
Y gozaremos de la ciudad insigne
¡Que a París y Bolonia excede en letras!
Víctor Hugo
Salamanca reposa sonriente sobre sus tres colinas
Duerme al son de las mandolinas
Y se despierta sobresaltada por el griterío de sus estudiantes.
León Felipe
Y fui a nacer en un pueblo del que no recuerdo nada:
pasé los días azules de mi infancia en Salamanca,
y mi juventud, una juventud sombría, en la montaña.
Después… ya no he vuelto a echar el ancla
y ninguna de estas tierras me levanta ni me exalta
para poder cantar siempre en la misma tonada
al mismo río que pasa rodando las mismas aguas,
al mismo cielo, al mismo campo y en la misma casa.
Miguel de Unamuno
Mi salamanca
(Fragmentos)
Oh, Salamanca, entre tus piedras de oro
aprendieron a amar los estudiantes
mientras los campos que te ciñen daban
jugosos frutos.
Del corazón en las honduras guardo
tu alma robusta; cuando yo me muera
guarda, dorada Salamanca mía,
tú mi recuerdo.
Y cuando el sol al acostarse encienda
el oro secular que te recama,
con tu lenguaje, de lo eterno heraldo,
di tú que he sido.
Tal vez la vida me conceda la dicha de volver a esta ciudad hecha de piedra y de palabras, de agua y fuego, y, entonces, citaré a Fray Luis, poeta del siglo XVI, que fue encarcelado por traducir al castellano El Cantar de los Cantares y cinco años más tarde, pudo retornar a la universidad a impartir clases, aseguran que en esa ocasión empezó su cátedra diciendo: “Como decíamos ayer…”.
[1]http://www.aytosalamanca.es/es/tuciudad/historia/#:~:text=Historia%20de%20Salamanca&text=La%20historia%20de%20Salamanca%20tuvo,%2C%20romanos%2C%20visigodos%20y%20musulmanes.
[2] http://www.aytosalamanca.es/es/tuciudad/historia/
[3] https://www.guiarepsol.com/es/viajar/nos-gusta/biblioteca-historica-universidad-salamanca/
[4] https://www.hosteleriasalamanca.es/noticias-hosteleria/enero-2022/biblioteca-universidad-salamanca-protagonista-guia-repsol.php
Álbum de familia
Fotografías de Luis Aguiar:
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