En el calendario católico boliviano, Corpus Christi es mucho más que un simple feriado; es una celebración que une a las comunidades en torno a la fe, la tradición y la identidad cultural. En un contexto nacional marcado por tensiones sociales, políticas y económicas, esta festividad ofrece un espacio para la reflexión, la esperanza y la reafirmación de los valores que cohesionan a Bolivia.
La importancia de Corpus Christi se manifiesta en la masiva participación de la población en misas, procesiones y actividades comunitarias. Sin embargo, la crisis económica que atraviesa el país, con una inflación interanual del 18,46% (mayo de 2025), impactó en la preparación y celebración de esta festividad. La subida de precios afecta la adquisición de flores, dulces y otros elementos tradicionales, mientras que la reducción del poder adquisitivo limita la asistencia a los eventos religiosos, especialmente en zonas periféricas y rurales.
Religión y participación
El Censo Nacional de Población y Vivienda 2024, presentado por el Instituto Nacional de Estadística (INE), reportó una población total de Bolivia de 11.312.620 habitantes. Sin embargo, este censo no incluyó preguntas sobre religión, ya que las organizaciones religiosas rechazaron participar en encuestas específicas sobre este tema, según informó el INE y la Iglesia Católica. Por esta razón, no existen datos oficiales recientes sobre afiliación religiosa en Bolivia.
No obstante, encuestas independientes, como la realizada por la empresa Diagnosis en años recientes, estiman que aproximadamente el 58% de los bolivianos se identifica como católico, lo que representa alrededor de 6,55 millones de personas considerando la población oficial del censo. Esta cifra refleja una disminución respecto al 77% registrado en 2012, pero la Iglesia Católica sigue manteniendo una fuerte influencia cultural y comunitaria en el país.
Cada año, más de 1,5 millones de personas participan en misas, procesiones y actividades comunitarias relacionadas con Corpus Christi. En ciudades como Cochabamba, más de 30 unidades educativas elaboran alfombras de flores para la procesión central, mientras que en Santa Cruz, más de 10.000 personas asisten a la misa en la Catedral de San Lorenzo. La Paz, Sucre, Oruro y otras regiones también celebran con intensidad.
Desde 2009, la Constitución reconoce la libertad de culto y nuevas iglesias han ganado terreno. Se estima que un 18% de los bolivianos profesa alguna forma de cristianismo no católico, un 5% sigue espiritualidades indígenas o alternativas, y un 12% se declara sin religión. Más del 70% de la población considera que Corpus Christi es parte del patrimonio cultural nacional, independientemente de su fe. La Iglesia Católica sigue siendo una de las instituciones más respetadas, con un 58% de aprobación según Latinobarómetro.
Impacto económico en la festividad
La coyuntura económica golpeó fuertemente las manifestaciones religiosas, también. En barrios periféricos y zonas rurales, las parroquias reportan una caída significativa en la asistencia a misas y procesiones. La inflación encareció los productos típicos y la escasez de ingresos limita la preparación de altares.
Los comerciantes informales, especialmente quienes venden frutas y repostería típica, también sienten el impacto. Según la Asociación de Productores de Frutas del Valle Central, las ventas han disminuido notablemente respecto al feriado de 2023. Productos tradicionales como rosquetes, chambergos, maicillos, sopaipillas y frutas como chirimoya, mandarina o uvas tienen menor demanda. Muchos compradores simplemente preguntan precios y se retiran sin comprar, según testimonios recogidos en mercados de La Paz.
Para los productores rurales, esta festividad representaba hasta un 15% de sus ingresos mensuales, pero en 2025 muchos no han logrado cubrir ni los costos de transporte. En zonas como Los Yungas o el trópico cochabambino, incluso se redujo la cosecha destinada al feriado ante la baja esperada de ventas, agravada por los bloqueos.
A pesar de las restricciones, la fe sigue viva. Donde las procesiones se acortaron o cancelaron por razones económicas o de seguridad, surgen celebraciones más íntimas: pequeñas misas comunitarias, altares familiares y jornadas de oración en casas. La Conferencia Episcopal Boliviana promovió más de 300 encuentros de oración por la paz solo en junio de este año, como respuesta al ambiente de tensión política y social.
Muchas parroquias con recursos limitados priorizaron el mensaje espiritual sobre el despliegue logístico. Sacerdotes como monseñor Percy Galván, arzobispo de La Paz, hicieron llamados constantes a “recuperar la comunión entre los bolivianos”, apelando a la fe como medio para reconstruir el tejido social.
Corpus Christi como símbolo de unidad
En un país con fuerte fragmentación política, Corpus Christi representa una tregua y un respiro emocional frente a un clima social en permanente tensión. En 2024, Bolivia registró 957 conflictos sociales, muchos protagonizados por sectores enfrentados del propio oficialismo. En este contexto, un feriado que convoca a la unidad y la espiritualidad adquiere un valor simbólico mayor.
En varios países de América Latina, la festividad de Corpus Christi sigue siendo una tradición muy arraigada. En Cusco, Perú, se esperan más de 50.000 participantes en las celebraciones, mientras que en España y México la festividad también se vive con gran fervor y adaptaciones propias a cada cultura.
En el Vaticano, bajo el pontificado del Papa León XIV, Corpus Christi 2025 será una celebración destacada dentro del Año Jubilar extraordinario. El Papa presidirá la misa solemne y la tradicional procesión eucarística en Roma, reafirmando la centralidad de la Eucaristía. Además, durante todo el Jubileo, se realizarán diversas actividades litúrgicas, encuentros y actos de caridad que buscan promover la fe, la reconciliación y la unidad en la Iglesia y el mundo.
El historiador Fernando Cajías, reconocido por su profundo estudio sobre la historia y cultura boliviana, ha señalado que las festividades como Corpus Christi no solo son actos de fe, sino también momentos de expresión comunitaria que fortalecen el tejido social y la identidad nacional. En una lección inaugural en la Universidad Católica Boliviana, Cajías destacó que estas celebraciones son parte fundamental de la construcción del Estado y la nación a lo largo de los 200 años de historia de Bolivia, resistiendo los embates de la modernidad y la crisis social y económica.
Así, mientras la política divide y la economía aprieta, Corpus Christi sigue siendo un símbolo de esperanza, memoria y unidad para la Bolivia profunda, uniendo a sus habitantes en torno a tradiciones que trascienden el tiempo y las dificultades actuales.