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Construir República

En Bolivia se necesita reconstruir su institucionalidad pública para que los ciudadanos volvamos a tener confianza en la democracia como régimen y superemos el escepticismo y bronca contra esa mala conducta de incumplir normas por parte de los gobernantes.

La expresión más cabal que representa el ninguneo de las virtudes del Estado Republicano y ha generado un descontento natural del ciudadano boliviano con la chabacanería populista es: “Cuando algún jurista me dice: Evo te estás equivocando jurídicamente, eso que estás haciendo es ilegal, bueno yo le meto por más que sea ilegal. Después les digo: si es ilegal, legalicen ustedes, para qué han estudiado”.

Ahora bien, ¿existe alguna novedad discursiva respecto a la recuperación real del espíritu y práctica republicana en la campaña electoral por parte de las alianzas políticas Juntos, Creemos y Comunidad Ciudadana?

Los candidatos a las elecciones generales 2020 apuestan más por su imagen y su legado con la lógica presente-pasado para que la memoria de los votantes sobre las glorias recientemente pasadas se mantenga vigente, lo cual es sugerente en tiempos de campaña, no obstante, omiten que también es necesario desarrollar estrategias discursivas en perspectiva presente-futuro, vale decir, pensar qué y cómo se mejorará el bienestar socio-económico de los ciudadanos, se fortalecerán las instituciones públicas y se restablecerá la confianza ciudadana hacia los representantes políticos recién electos.

Si el objeto de la política es la provisión de bienes públicos por sus líderes, entonces es necesario que ésta acción sea transparente y eficiente en el marco de un Estado fuerte con capacidad institucional para programar, elaborar y administrar políticas, controlar la corrupción, y hacer cumplir las leyes con rigor y transparencia. Construir República implica fortalecer las instituciones públicas y promover el bien común.

Si los candidatos y candidatas y sus estructuras partidarias no están pensando de forma seria la posibilidad de conformar un gobierno que devuelva el espíritu republicano al Estado para curarlo de la chabacanería populista, entonces han perdido la sintonía con la rebelión ciudadana del 2019 y solo están afanados en la disputa salvaje por el poder. En otras palabras, es la reafirmación de esa suerte de divorcio entre la política como deliberación y el poder de la coacción que ha predominado siempre.

¿Se debe seguir con la esperanza de otra forma de pensar y hacer política en Bolivia como se imaginó durante los 21 días de paro?

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