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Consideraciones sobre el racismo

Rodrigo Pacheco Campos

Es imprescindible, para conocer las dinámicas sociales nacidas en el seno de nuestra formación social, comprender que existen tres grietas que contuvieron los intentos de creación de un proyecto político nacional a lo largo de la historia de Bolivia. Grietas de índole regional, de carácter étnico y de clase.

Fernando Molina, en una columna de opinión reciente titulada “Racismo”, señala que se puede ubicar a los actores políticos dentro del espectro ideológico, de manera práctica, conociendo su posición en relación al racismo. Se ha escrito bastante sobre qué es lo que determina en última instancia el que los sujetos sociales se posicionen ya en la izquierda o en la derecha.

Norberto Bobbio, por ejemplo, en su libro “Derecha e izquierda: razones y significados de una distinción política” señala, teniendo en cuenta que ambos conceptos no son absolutos ni ontológicos sino relativos –es decir solamente lugares del espacio político- que lo que define la posición de los sujetos en relación a la díada derecha e izquierda son las ideas que se tienen en relación a dos conceptos: libertad e igualdad.

Sin embargo, la línea que separa la derecha de la izquierda, para Molina, en lo referido a la política “real” en Bolivia es la del racismo; quienes encarnan y reproducen el colonialismo interno, entonces, pertenecen a la derecha y quienes lo interpelan y no lo practican se constituyen en la izquierda.

Aunque existan diferencias en relación a los intereses por parte de los colectivos sociales por los cuales se busca encubrir la grieta étnica y, por tanto, el racismo, ello en función de su posición dentro de la estructura social, todos esos grupos tienen como denominador común el de la negación del racismo social, ya sea por defensa consciente de sus intereses de clase o por alienación. Por ejemplo, en el primer caso, los individuos asociados al grupo de estatus con mayor prestigio a lo largo de la historia del país al negar la existencia del racismo social protegen y defienden su sistema de privilegios, el que les permite capitalizar las relaciones jerárquicas, tanto materiales como simbólicas, que el colonialismo interno les confiere. Para Molina, los sujetos sociales asociados a lo indígena buscan negar el racismo por el hecho de que pretenden mimetizarse dentro de la blanquitud, con todas las prerrogativas que ello implica. La búsqueda reaccionaria de la permanencia del status quo se representa, por tanto, en colectivos sociales disimiles.  

Sin embargo, Molina no contempla dentro de su categorización de izquierda y derecha componentes relacionados a la tercera de las grietas de nuestra formación social: la de clase. Si bien se le ha criticado mucho a la izquierda y, en específico, al marxismo su falta de categorías y de centralidad de análisis a propósito de la diversidad cultural y política del país, es imprescindible utilizar variables teóricas de esas corrientes, así como también conocer la posición con respecto a la estructura de clases y al conocimiento de los intereses de las clases y fracciones de clase tanto dominantes como dominadas y sus subsecuentes horizontes de visibilidad con respecto a la estructura social para ubicar a los individuos dentro del espectro ideológico.

Es fundamental, entonces, atender específicamente a uno de los tipos de organizaciones sociales que existen: las clases sociales. Las clases sociales son una manera por la cual la sociedad se estratifica, atendiendo a condiciones materiales. Es importante recordar que lo étnico se articula con la clase de muy diversas maneras según la singularidad de los grupos sociales; existen pues ocasiones en las que las clases populares se identifican e interpelan al poder desde lo étnico y veces en las que lo hacen desde su clase.  Ahora bien, de igual manera es imperioso tener en cuenta que en los últimos años se ha dado una reconfiguración de clases dentro de grupos que se identifican en relación a su identidad étnica –reconfiguración que puede resumirse en la diferencia de capital acumulado y disponible que tienen algunas clases en contraposición a otras-, cuestión que grafica la limitación de categorizar a los sujetos solamente por su posición con respecto al racismo.

Queda claro que la crítica de Molina no obvia aquello por falta de conocimiento, sino porque considera más importante referirse a la temática que hasta ahora tanto la izquierda como la derecha en el país no ha comprendido; esta temática puede resumirse en que lo étnico es fundamental para comprender nuestra sociedad. A propósito de la falta de comprensión de los temas fundamentales de las estructuras societales Cesaire Aimé señala, en su Discurso sobre el colonialismo, lo siguiente: “Una civilización que decide cerrar los ojos ante sus problemas más cruciales es una civilización herida”.

Uno de los mecanismos de ascenso social de los sujetos racializados es el de racializar a los demás sujetos. Al hacer ello se homologa la siguiente lógica: Algunos sujetos sociales –por ejemplo algunas capas de la clase media ascendente- en tanto que se encuentran más próximos a los estándares que la sociedad le impone a la blanquitud, se separan de los sujetos más lejanos a mencionados estándares utilizando para ello como medio de diferenciación las etiquetas, estigmas e instrumentos de reproducción de la estructura mental colonial. Luis Tapia señala, entre otras cosas, al referirse al colonialismo interno, que es una acumulación de varios momentos históricos que recrean los anteriores, es decir que reproducen los momentos constitutivos del colonialismo. Al racializar a los sujetos se recrea la mentalidad señorial que  desemboca en la continuidad del racismo social.

En la mentalidad del racista pervive la división social del trabajo impuesta durante la colonia, es decir el racista sigue asociando al indígena con las tareas que históricamente desempeñaron los sujetos racializados y subalternizados –tareas que pueden resumirse en la categoría de trabajo manual-. Asimismo, dentro de los esquemas mentales del racista perviven ecuaciones semejantes a las siguientes indígena=atraso, indígena=ignorancia, indígena=vivencia en territorios circunscritos al área rural, emergidas durante la colonia y profundizadas por epistemes dominantes ulteriores, como la del darwinismo social en la que las jerarquías se construyeron a partir de diferencias “raciales”, o la del nacionalismo revolucionario en la que las identidades étnicas fueron encubiertas y suplantadas por categorías de clase en nombre de la “modernidad”.

El autoconocimiento de nuestra sociedad debe pasar por el reconocimiento del otro y no por su negación. Debe superarse, por tanto, “la dialéctica del colonialismo interno”.

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