Hace unos días celebramos el Carnaval, una fiesta de alegría, música y diversión. En Bolivia, el Carnaval de Oruro há sido reconocido por la UNESCO como Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad. No cabe duda de que esta festividad es una impresionante muestra de cultura, con danzas tradicionales, trajes vistosos y coreografías bien estructuradas. Además, el esfuerzo de los danzantes y la profunda fe de muchos participantes hacen de esta celebración un evento único.
Sin embargo, en medio del reconocimiento internacional y la llegada de turistas de todo el mundo—incluyendo artistas, cantantes y figuras públicas—es preocupante notar que la acogida en Oruro deja mucho que desear. No me refiero a la belleza de la ciudad, que tiene su propio encanto, sino a la experiencia del turista, quien muchas veces se siente desprotegido e inseguro.
El excesivo consumo de alcohol expone la peor cara de algunos visitantes y locales, convirtiendo las calles en escenarios de descontrol. Es común ver personas ebrias tiradas en las aceras o utilizando las calles como baños públicos. Los sanitarios disponibles, aunque en algunos casos son aceptables, en su mayoría están en condiciones deplorables.
¿No sería más provechoso canalizar la curiosidad de los visitantes para invitarlos a conocer más sobre nuestro país? Proveer guías turísticos capacitados, que al menos hablen inglés, y garantizar un trato cálido y seguro haría que los turistas disfruten plenamente de la experiencia sin preocupaciones. La festividad debe ser un espacio de alegría y desestrés, pero sin el temor de que el consumo de bebidas alcohólicas ponga en riesgo la vida de los asistentes.
Las autoridades competentes—la Secretaría Municipal de Culturas y Turismo, el Ministerio de Culturas y Turismo, el Gobierno Autónomo Municipal de Oruro, la Asociación de Conjuntos del Folklore de Oruro y el Comité Departamental de Etnografía y Folklore—tienen la responsabilidad de organizar un evento no solo vistoso, sino seguro y bien gestionado. Más allá de la promoción publicitaria del Carnaval de Oruro, es fundamental asegurar que la ciudad esté preparada para recibir a sus visitantes con infraestructura adecuada, seguridad y hospitalidad.
Este Carnaval mueve grandes sumas de dinero y atrae a turistas que, si se llevan una buena impresión, podrían querer conocer más de Bolivia. Es momento de demostrar que estamos a la altura del título que la UNESCO nos otorgó. Hagamos de nuestro Carnaval un referente mundial, destacando lo mejor de nuestra cultura y la calidez de los bolivianos.
Andrea Cárdenas Rada
Abogada y docente universitaria.
