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Carmen Alicia Pérez Gómez – Poemas

Carmen Alicia Pérez Gómez – Colombia

La fe de los cristianos

No hay nada más bello que la fe de los cristianos.

Un hombre se ha arrancado los vellos de su pecho

no sabe dónde tiene el corazón

su hija ha perdido un ojo en medio de la guerra

la levanta aún sin fuerzas, sin flores en su pecho hendido.

No hay nada más esperanzador que la fe de los cristianos…

Esperan la resurrección de los cuerpos inertes

la reconstrucción de las carnes

                                       sin tiempo, ni agujas para coserlas.

No hay nada más inocente que la fe de los cristianos

esperan en la tormenta el arrepentimiento del villano

la apertura de una puerta para los lisiados en medio de la guerra.

No hay nada más ilógico que la fe de un poeta

que tarda horas tratando de lograr un poema espeluznante

con la esperanza de ganarse el pan con el dolor de otros.

No hay nada más absurdamente bello

                            que la esperanza de poetas y cristianos

que creen que la palabra salva

                                                  aunque sea lo único que posean.

Música del hombre 


“Ahora tienes el mundo y un camino.»

Héctor Rojas Herazo.

Música de huesos que se rozan

gota de agua en hoja seca

chasquido que anuncia otra lluvia 

                                            que no es mía.

Así, el estrépito de unos huesos corroídos

quizás anuncie el nacimiento de un hombre 

                                        que sea más que ruido.

Entre ruido y ruido, como el brillo de un machete

                                                       en la espesura

aparece la poesía de la música, camino negado a los ciegos.

En medio de la incertidumbre, de la vastedad del trayecto

el silencio encapsula una música antigua 

                                   lumbrera en el poema de las sombras

para escucharla, el poeta envejece sus oídos

                                   traduce con sus dedos alguna verdad

verdad que a veces duele, cansa, reconforta o estremece

verdad que le indica al poeta que en cada latido

en cada pájaro que toca con su pico la ventana 

en cada cuerpo sediento que se profana en otro

hay una gama de sonidos que configuran la música del hombre

en medio de esa melodía compleja y antiquísima

                                                                          la poesía germina.

Los pechos pesan

A las madres de Sohacha, que les arrebataron sus hijos

Cuando amamantaba

mis pechos pesaban, sentían el llamado de tu llanto de hambre. 

Un arroyo de leche bajaba y se empozaba en ellos.

Años después, siento el mismo llamado

pero no estás en mis brazos

¿Será que bajo tierra los hijos arrebatados tienen sed

y por eso mis pechos vuelven a pesar?

¿Será por eso que mis pies se arraigan a la tierra como raíces

para ser el árbol que quita el hambre de los que han partido?

No lo sé, solo sé que hay una sed cercana a mí que no se quita

porque mis pechos pesan y la sangre se empoza en ellos.

El hallazgo

El hielo empieza a agrietarse

el anciano se hunde y ríe.

Tiemblan los labios ante el hallazgo

tiembla el cuerpo ante la presencia

del amor gélido en lo profundo.

Allí el hombre se aferra con ansias

                        al monumento de hielo

y el amor se vuelve agua que acaricia

                                               la piel ajada.

El hombre es tan viejo como el sol

tan antigua es su búsqueda 

                                por la belleza eterna.

Basta cerrar los ojos cada noche

reconocer en cada sueño

la sonrisa tímida de los amantes,

el silencio del verso que nace

al adentrarse en el túnel diáfano

de la pupila sensible a la luz de mis ojos.

Basta cerrar los ojos cada noche

para sumergirme como el anciano

en lo profundo del agua helada

y no morir de frío, porque ante mis ojos

el corazón endurecido se deshiela

sin temor a la tempestad

                       que siempre se aproxima,

sin temor a perdurar

en cada verso del poema que te escribo.

Lenguajes del dolor

No busques la resistencia entre los árboles al interior de un bosque

mejor adéntrate en los pasillos de una urgencia de desahuciados.

Cada dolor exhalado de cuerpos temblorosos

cada aguja perforando la piel, intentando tapar un dolor con otro

cada aguantarse las ganas de exterminarse para poder dormir.

Es imposible conciliar el sueño en medio de tanta resistencia

de pilas de huesos que se resignan a caer

de cabezas desnudas ostentando una palidez enceguecedora.

Yo que me creía fuerte, he caminado los pasillos

de una hilera de árboles de piedra

estremecidos por la desesperanza de no poder dormir.

Así que no busques la resistencia al interior de un bosque

mejor adéntrate en el silencio de los cuerpos

                                 que han agotado los lenguajes del dolor.

Árbol centenario

Entre las ruinas hallé tus ramas y un pájaro

                                          con ansias de volar.

Te observé arañar la tierra y arrancar la hierba para

desentrañar una palabra, una fragancia, una creencia.

Hundiste tus ramas para convertirlas en raíces

y apresar el ave que agonizaba entre las piedras

cesando la fatiga del encuentro anhelado.

Amar es una palabra difícil de encontrar

la hallaste y la arrojaste hacia el vacío

ya no era eso lo te quebrantaba la garganta.

Te observé arañar la tierra con desesperación

y el pájaro entre las ruinas extendió sus alas.

Sigue hurgando en las entrañas, árbol centenario,

quizás de tanto arar la tierra te encuentres a ti mismo.

Referencia biográfica

Carmen Alicia Pérez (Cereté, Colombia). Licenciada en lengua castellana, especialista en gerencia de proyectos, poeta, dramaturga, gestora cultural. Textos de su autoría han sido publicados en medios impresos y virtuales de carácter local, nacional e internacional. Ha participado en importantes eventos literarios, como la Feria Internacional del Libro de Bogotá, el Encuentro Nacional e Internacional de Mujeres poetas de Cereté, Festival Internacion

al de Poesía de Medellín, Festival Wine and Poetry (Chile) Encuentro Iberoamericano de poetas (Salamanca) entre otros. Ha sido miembro activo de innumerables colectivos artísticos, ganadora y finalista de diferentes certámenes literarios y culturales, jurado de varias convocatorias de proyectos culturales y literarios. Coordinadora de la Biblioteca Pública Municipal de Cereté. Libros publicados: Silencio en el espejo (2020) Poemas de la Sed (2023) Obras inéditas: Árboles de piedra (poesía) La Casa (teatro) Olvido (cine) El círculo (teatro) Burdel poético (teatro).

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