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Cara a Cara

El expresidente Evo Morales se mantiene muy activo buscando revalorizar su crédito político. Lo hace en medio de los acelerones de una campaña anticipada para las elecciones 2025. Cada domingo participa muy cómodo de un programa radial gracias a las genuflexiones de su entrevistador. Un anfitrión que tiene a mano un rollo de papel higiénico para que elimine la transpiración cuando las audiciones se tornan calurosas en pleno trópico cochabambino, bastión político y sindical de Morales, donde funciona la emisora.

 A través de las redes sociales fueron difundidas unas llamativas imágenes suyas: en una de ellas se lo observa metiéndose distraídamente un dedo en la nariz y en otras arrancándose unos pelillos incómodos del órgano olfativo. En un anterior programa, su rostro descompuesto podía ser de quien pasó la noche en vela. O del candidato que la anticipada pugna por el poder y un embrollado cálculo electoral le perturban el sueño.

El también caudillo cocalero no debe olvidar o pasar por alto que fue jefe de Estado durante tres largos lustros, un cargo al que aspira volver a como dé lugar. La más alta investidura del país que ejerció por tanto tiempo, le impone un mínimo de cuidado en sus comparecencias en público para evitar deslices tan desagradables como los antes descritos. No es excusa la falta de un asesor que cuide de su ‘puesta en escena’ como de sus atuendos, actos y gestos. O de repente hace falta explicarle a detalle la fuerza que tiene la imagen de una figura pública como la que encarna el ciudadano de Orinoca.

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