Hoy me llegó un video por Instagram muy interesante. Resulta que un joven se encontraba buscando desesperadamente sus llaves en la acera de su vivienda, un amigo le pregunta qué es lo que sucedía y él responde que buscaba las llaves de su hogar. ¿Dónde las perdiste?, pregunta el amigo y el desesperado joven responde “en mi casa”. Intrigado el amigo le sugiere que el lugar de búsqueda debía ser la casa y no la acera. La moraleja que deriva la autora es que normalmente preferimos buscar la causa de nuestros problemas en las acciones de otros, cuando en realidad lo más probable es que sean el producto de nuestras propias falencias.
Quizá esta sea una buena manera de interpretar lo que ha sucedido en la gobernación de Santa Cruz. No creo que a estas alturas sirva mucho desgastarse indagando cuánto de todo lo que sucedió puede ser el producto de las ya conocidas maniobras masistas, artificios tramposos y argumentaciones incomprensibles; tal vez sea más útil preguntarse qué pasó adentro. La pregunta sería; ¿qué hicimos mal?
El MAS aprovechó un amplio conjunto de condiciones que le permitieron dar el golpe definitivo (suponiendo que en realidad el nuevo gobernador sea afín a ellos, cosa que, de momento, personalmente dudo). Obviamente el secuestro del gobernador Camacho es el punto de inflexión; empero, es el momento en que los planes masistas por copar el espacio político de la Gobernación se hacen viables. El MAS aprovecha a su favor todos los resquebrajamientos internos, todos los errores estratégicos, todas las tensiones de poder y finalmente vuelca a su favor todos esos factores. Así planteadas las cosas parece que tenemos una democracia bajo un severo ataque de incredulidad.
Lo grave de todo esto es que por lo que hasta ahora hemos visto, la durísima lección no parece habernos enseñado nada. Los ánimos siguen enconados, las distancias se agudizan y los espacios democráticos van cayendo a pedazos, unos por obra del MAS, otros por obra de los propios defensores de la democracia; el producto final es una unión imposible y una oposición inmunodeficiente y en estado de shock.
Tal cual van las cosas nadie podría negar que el plan masista es casi perfecto, la democracia terminará hecha pedazos no por el influjo de los autoritarios, antidemocráticos y populacheros, sino por los propios demócratas. Obviamente aún hay un pequeño margen de tiempo que podríamos aprovechar para enmendar errores, aunque eso no parece estar muy claro en muchos de los actuales protagonistas. Donde está clarísimo es en los ciudadanos de a pie, lo que sugiere que, al momento de evaluar el rol de todos los actores, es decir, en breve, la sabiduría ciudadana será lapidaria con aquellos que desaprovecharon las pocas oportunidades que quedan, aquellos que pretendieron utilizar a su favor esas oportunidades o aquellos que solo pretendían satisfacer sus apetitos y mandarse a jalar. Para todos ellos la guillotina del juicio ciudadano será implacable, lástima que, si eso sucede, millones de bolivianos estaremos jodidos.
Quizá se podría argüir a su favor el hecho de que nuestros jóvenes y no tan jóvenes políticos aun se mueven en los horizontes comprensivos del siglo pasado, no han asimilado aún los elementos paradigmáticos del siglo XXI lo que de alguna manera es una camisa de fuerza que no permite liberar sus capacidades transformadoras, la idea me lleva a pensar el Milei cuyo mayor crédito consiste en haber destrozado todas las formas, argumentos y prejuicios políticos del siglo pasado, y haber inaugurado un tiempo nuevo irreversiblemente diferente a los 70 años del peronismo populista y hambreador.