Miguel Sánchez-Ostiz
Tal vez sea este el nombre de calle más pintoresco que he visto en mi vida. La encontré cerca de La Paz, en una de las subidas a La Muela del Diablo, y le saqué esa rápida fotografía.
La fotografía me la recuerda Facebook, donde la publiqué hace un par de años, además de hacerme esa pregunta robótica de a ver en qué estoy pensando, pues en que raro es el día que no me acuerde de Bolivia, a fin de cuentas he pasado, mes a mes, casi dos años de mi vida allí, a lo largo de 11 viajes.
Fruto de esos viajes he escrito cuatro libros sobre Bolivia –Cuaderno boliviano (2008), Chuquiago, deriva de La Paz, en edición boliviana y española (2017 y 2019), Cirobayesca boliviana en 2019 (una crónica de viajes y ensayo sobre Ciro Bayo en Bolivia) y la novela Diablada, en 2019–, además de un número considerable de páginas de diarios correspondientes a los años de mis viajes, algunas conferencias (en la Feria de Santa Cruz, en la UMSA de La Paz…), prólogos o epílogos a obras bolivianas (incluido un texto para el pintor Raúl Lara), y una nutrida gavilla de artículos de prensa publicados en España sobre temas diversos… como bien sabe el Instituto Cervantes, la Embajada española en Bolivia y su Casa de España, la AECID… a pesar de que mis viajes no fueron, en ningún caso, ni oficiales ni subvencionados (hasta tuve que pagarle una cena a un menda de la AECID porque estaba hambriento y corto de fondos el pobre… episodio siniestro aquel). No les caigo en gracia a las instituciones (o a los bellacos en ellas enchopinados), ni allí ni aquí, ellos a mí tampoco, a mano estamos. Hojarasca, nieve de ayer… É la nave va.
Quedan pendientes de publicación mis diarios del 2014 y del 2017 que juzgo extraordinariamente entretenidos, más para unos que para otros, pero en eso poco puedo hacer.
Instituto Cervantes de París, Homero Carvalho Oliva, Ramón Rocha Monroy, Alfonso Murillo, Claudio Ferrufino-Coqueugniot, Edgar Arandia Quiroga, Ricardo Camacho, Humberto Quino Márquez