Maurizio Bagatin
El mexicano no es una esencia sino una historia. Así de fácil es para Octavio Paz. Muchas historias debo confesar. Inicio caminando al borde de una milpa, es la tierra fértil de Tlaxcala, me acompaña Zeferino, lleva consigo maíz verde que mañana serán tortillas. ¿Cuánta literatura nos ha entregado esta tierra? La poesía de Nezahualcóyotl y los versos de Sor Juana Inés de la Cruz. Las dos novelas sobre México escritas por extranjeros, La serpiente emplumada de D.H. Lawrence y Bajo el volcán de Malcolm Lowry. No acabará nunca esta lista si no la detengo voluntariamente. “Yo escribí La región más transparente porque leí Pedro Páramo” dijo Carlos Fuentes, y fue así para muchos, García Márquez no durmió la noche de su lectura. Y para muchos fue así con Rosario Castellanos y con Elena Garro, con Alfonso Reyes, Carlos Monsiváis, con la poesía de Amado Nervo, con Elena Poniatowska y José Emilio Pacheco. Otros pocos conocidos y con el mismo fervor leídos, Jesús Gardea y Los viernes de Lautaro, los jóvenes de ahora, Alejandra Gómez Macchia, Daniel Krauze y muchos, muchos más.
Soledad, locura y muerte. Me olvidé de alguien, no por desmemoria sino porque son muchas historias.