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Analogías históricas: 1936 y 2025

Leo la biografía que de Germán Busch hizo el periodista e historiador Robert Brockmann, Dos disparos al amanecer (2016), y al hacerlo, como cuando leo cualquier buen libro de historia boliviana, noto sorprendentes analogías que parecerían haber pasado inadvertidas para este pueblo que, como hubiera dicho el bárbaro Morales (no el del Chapare, sino el del siglo XIX), carece de memoria.

Luego de la guerra del Chaco, aquella en que miles de jóvenes bolivianos murieron defendiendo lo que 70 años después un funesto régimen comenzó a malgastar, la sociedad estaba harta de los políticos y ansiaba pedir a los militares rindieran cuentas por la conducción de la guerra. La elección general se haría el 31 de mayo del 36, pero, igual que hoy, como escribe Brockmann, “los partidos eran un coro disperso y desafinado”. Como hoy le sucede, en esos años “también dentro del liberalismo reinaba la discordia”. El país vivía en un estado de anomia. El alza del costo de vida azotaba a clases medias y bajas y el Estado, igual que hoy, estaba empobrecido. Pese a todo, Arguedas había prometido un proceso electoral transparente; y, la verdad, no podía desconfiarse de aquel hombre de principios liberales y democráticos.

Para tratar de colocar paños fríos, Tejada organizó una cumbre con notables, pero aquello fue solo “un ejercicio retórico póstumo” en el que no se debatió nada, sino que solo sirvió para que todos oyeran la lectura de un informe presidencial; podría decirse que fue como esas cumbres que hoy realiza el gobierno para aparentar que solucionará los problemas y para fingir pluralidad.

La situación era insostenible, pero además incierta; Arguedas describió en sus diarios aquella incertidumbre generalizada: “El comercio ha cerrado sus puertas y las calles están vacías. No hay autos. Nadie se atreve a sacar el suyo porque correría el riesgo de hacerlo destrozar por la turba”, como sucede hoy cuando los bloqueadores paralizan el país. Escribe Brockmann: “La abulia social no solo tenía que ver con la derrota bélica. El espíritu de la nación estaba tan quebrado que Franz Tamayo y Rafael de Ugarte, los mandatarios electos en los comicios del 11 de noviembre de 1934 […] se mostraron apáticos cuando debieron haber defendido la democracia, el voto, su victoria y su propio derecho a ejercer el poder”… igual que ahora, cuando la sociedad sigue con una pesadez luego de los hechos de 2019 y cuando algunos de los líderes políticos del bando democrático guardan una reprochable indiferencia. En aquel tiempo, había manifestaciones de apoyo al gobierno (de Toro) en Plaza Murillo, con concurrencia de empleados públicos arreados sin adhesión espontánea… como ahora. Y “la derecha auguraba el retorno de los buenos viejos tiempos”, como ahora.

En esas épocas había también apetito de caudillos que, añadida su adicción a la maquinación, conformaban la receta que contaminaría la praxis política; eran lo peor de la resurrección del espíritu altoperuano. Igual que ahora… en aquellas agrupaciones que pretenden llamarse partidos y que competirán el 17 de agosto.

La reconfiguración del orden social y político hacía que nuevos partidos afloraran y que otros, como el Nacionalista de Siles —y como hoy el MAS— implosionaran. También había políticos (como Enrique Baldivieso) que decían ser socialistas, pero que pertenecían a las clases altas y que terminarían de perder el aura izquierdista por relaciones personales o de parentesco, igual que ahora: “La contradicción de pertenecer a la alta burguesía y profesar ideas socialistas siempre ha sido el punto ciego de quienes se encuentran en esa situación”, dice el historiador cochabambino.

Por último, Brockmann cuenta que a los militares no les hubiese gustado un gobierno salido de las urnas, pues seguramente hubiese investigado las malas decisiones de los castrenses en la guerra. Hoy podríamos decir que a los masistas tampoco les convendría un gobierno democrático, pues este investigaría la corrupción de las dos décadas del Proceso de Cambio. El historiador también refiere que por entonces muchos bolivianos compraban moneda extranjera, por el riesgo que había de que el boliviano se siguiera depreciando, y que los socialistas de entonces bautizaron la Municipalidad como “Casa del Pueblo”, como ahora sucede con otro edificio…

Apunté solo algunas de las analogías que puede hallarse entre aquel periodo pos guerra del Chaco y el de hoy. Existen seguramente más, porque los hombres solemos actuar más o menos análogamente en las diversas etapas de la historia.

Ignacio Vera de Rada es politólogo y comunicador social

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