Carmen Concha-Nolte
El gran escritor boliviano, Homero Carvalho Oliva, en vísperas de viajar a Paris para representarnos en el Encuentro de Literatura Hispanoamericana, septiembre 2022, se dispuso a escribir. Sí, casi con el equipaje en mano, nos regala un relato corto «El secreto de mi madre». Me permito agradecerle el detalle y trascendencia de la historia mediante este miniartículo Altagracia de soslayo.
El narrador del secreto de mi madre recrea la historia de un nombre de soslayo, es decir, como todo lo secreto y reservado, muestra una mirada oblicua y no directa de los acontecimientos que bordean el contenido y forma de la historia.
Este corto texto pone de relieve la figura femenina. Los personajes son: la madre, Janola Oliva (Altagracia), la que estuvo por nacer -en la historia- y revela el secreto de su nombre posteriormente; la abuela Nemecia, quien «entró en trabajo de parto» y «no dilataba», y posteriormente en agradecimiento a la virgen, le dice que su pequeña se llamaría como ella: Altagracia; la partera, agente importante en la trama y plot, pues ella, para impedir un parto revesado, y en medio de su preocupación, «oró», «prestó» el cinto de la virgen y «rodeó» con éste el cuerpo de la parturienta antes del alumbramiento [“conceder Dios… a una mujer, la gracia de un parto feliz”, Casares, Diccionario Etimológico, 1992], y «pidió a su milagrosa» apresurar todo; la virgen es un instrumento que concede su objeto; finalmente, aparece Alicia Roca, quien evita las lágrimas, o de soslayo las sopla o reprime.
Apreciamos la redondez del cuento. En dos párrafos se agrupa tres generaciones (en un siglo), y una historia que se enfoca en un día señalado: parir como Dios manda. La historia del nombre se recrea con figuras femeninas en acción. La fe católica se profesa en sus imágenes y en el vestuario, tal como el cintillo (listón). El cinto pasa de la virgen a rodear el vientre de la parturienta, lo que conocemos como transferencia de elementos simbólicos. Por último, el nombre oculto, Altagracia, es el de la virgen proveedora del cinto y, además, para curiosidad nuestra, guarda relación con el significado de alumbramiento (ref. mencionada): «conceder…, la gracia de un parto feliz».
En resumen, la abuela Nemecia, merecedora de la gracia de un parto dichoso, envolvió en Alta-gracia a su primogénita o Janola Oliva, o, también, llamada Altagracia, quien traspasa este altísimo atributo al narrador. Vítores para Homero C.