Duele la indolencia de ciertas ONG que parecen alegrarse cuando a los agricultores les va mal. Y duele que por su accionar, Bolivia retroceda en su soberanía alimentaria…
Gracias a ciertos activistas –los mismos que objetan la construcción de carreteras, represas, hidroeléctricas y que la frontera agrícola crezca- nuestros productores perdieron el año pasado sus cosechas de maíz por el ataque del gusano cogollero. ¿Dónde estaban las 77 razas de maíz de las que se ufanan, cuando Bolivia se vio obligada a traer 125.000 toneladas de maíz argentino, gastando más de 20 millones de dólares? Los gauchos, felices, nuestros agricultores endeudados o quebrados. ¿Esas ONG? ¡Bien, gracias!
Amedrentan a la gente diciendo que el herbicida glifosato es un probable cancerígeno pero no tienen la hidalguía de reconocer que otros alimentos como el café y la yerba mate calientes, la acrilamida de las papas fritas y las carnes rojas -nuestros ricos churrascos– están en igual categoría de peligrosidad que la del glifosato…¿le asusta esto a Ud.?
Defienden a capa y espada los “estudios” de Seralini o Chapela contra los alimentos transgénicos, ¡pese a que la comunidad científica internacional los descalificó por fraude!
Hablan de la defensa del medioambiente (porque eso ayuda a recibir apoyo externo) y sin ruborizarse ofertan -dizque- alimentos orgánicos, plantines ecológicos y control biológico de plagas, a precios altísimos que solo los ricos pueden pagar.
Se llenan la boca reclamando la legalidad pero a la hora de presionar a entidades del Estado como el INIAF o SENASAG, ingresan sin permiso a una propiedad privada para tomar muestras y hacer análisis de laboratorio como si fuera su competencia suplantando así a la autoridad pública…¿no es un delito hacer esto? ¡Está filmado!
Nunca dirán que muchos han muerto en el mundo por las aflatoxinas de sus mal denominados “alimentos orgánicos”, así como tampoco reconocerán que nadie ha muerto por comer alimentos transgénicos -soya, maíz, canola, berenjena, arroz, caña de azúcar, frutas, etc.- tanto así, que hoy mismo Ud. y yo estamos consumiendo el maíz argentino que se importó el 2016 y que esas mismas ONG aseguran que es ¡transgénico!
Siendo que ha permitido importar el tal maíz porque no afecta a la salud ni al medioambiente…¿por qué no reactivar el Comité Nacional de Bioseguridad para regular su ingreso, permitir su cultivo regionalizado en coexistencia con variedades nativas, y ayudar a producir mucho más y mejor, a nuestros agricultores?