llevan una pancarta blanca
con nada escrito en ella
no son más de una docena de personas
no hay gritos no hay proclamas no hay banderas
no hay risas ni cantos ni bailes ni desfiles
andan en silencio
cabizbajos
parecen avergonzados
parecen desorientados
parecen no seguir un recorrido determinado
parecen perdidos
y cansados
poco a poco se les van uniendo más gente
gente que salen:
de patios traseros de casas que creíamos abandonadas
de bares donde nunca entramos
de pisos patera que creíamos leyenda urbana
de asilos públicos y de pensiones
de albergues y de comedores sociales
lugares que nunca
hasta ahora
habíamos visto
salen de las chabolas
salen de los callejones sin salida
de las cunetas y de los descampados
de debajo de los puentes
de debajo de las piedras
ahora son cientos
tal vez miles
han salido de los agujeros donde se escondían
o donde los habíamos escondido o encerrado
ahora están en la calle en los parques en las plazas
y no podemos ignorarlos
o mirar para otro lado
¡están en todos los lados!
están aquí
y no podemos hacer como que no los vemos
aunque cerremos las ventanas y las puertas
y los ojos y los libros de historia
están aquí
¿los ves?
Cuando éramos inmortales
somos viejos
mis padres están viejos
mis amigos están viejos
son viejas las piedras que sostienen mis sueños
viejas son mis canciones y mis palabras
y mis andares y mis errores
pero, a veces
nos juntamos para tomar aliento
y bebemos vinos o vamos al campo
o hacemos el amor y la revolución
incluso vamos a algún concierto
o acabamos en alguna discoteca camino de vuelta a casa
o apedreando una sucursal bancaria
o una aseguradora
lo mismo que hacíamos hace 30 años
cuando éramos jóvenes
y sabíamos
-como ahora-
que no hay futuro
pero que lo íbamos a pelear
con la fuerza y la esperanza
de los que no tenían nada que perder
– como ahora –