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José Pastor Gonzáles, manos silenciosas y otros poemas

Manos silenciosas

De la tierra de donde vengo

damos más importancia a las manos que a las palabras,

en nuestras manos están las huellas de caminos y acequias,

de bancales y huertas

de pasados y posibles futuros,

está el frío de los amaneceres de invierno y el sol de las tardes de agosto

están los sabores del pan recién horneado y del vino de la tierra, son manos con los colores de la cal, del agua y de los bosques manos con los aromas de los tomillares y del humo de la churrasca

manos que saben los secretos de las plantas, los animales, las nubes, las canciones manos donde están escritas la geografía, la historia y la caligrafía

manos que existen más allá de las voces y que dan alas

a las caricias y palabras que nunca decimos.

Cuando la clase obrera juega al tenis

mi abuela

inmigrante en Francia nos mandaba (vía Renfe) enormes paquetes

con lo que iba encontrando en las basuras de París (en la poubelle nos decía en sus cartas)

para nosotros aquellos enormes paquetes (que a veces llegaban a pesar más de 40 kilos) eran verdaderos tesoros:

(que esperábamos como los regalos la noche de reyes)

juguetes, ropa, rotuladores de colores, libretas, bolsos, botas de montaña, herramientas, calculadoras, botones, gafas de sol, sellos, carpetas, relojes, fulares, cuadernos, radios, pulseras, collares…

así que solíamos vestir con ropas que llevaban los logotipos de AGF o de Festina

o pintábamos con rotuladores molotow

o vendíamos sellos en el rastro en uno de aquellos paquetes venía una raqueta de tenis

de hierro

que pesaba como un muerto desde ese día a mi padre

los domingos

le dio por ir a jugar al tenis a la piscina allí se enfrentaba contra la pared como se enfrentaba a la vida

sin descanso con los meses

algunos de los que jugaban en las canchas de tenis de pago

(con sus raquetas caras y bien encordadas, sus muñequeras, sus zapatillas de marca) cuando fallaba alguno de ellos

le invitaban a jugar allí mi padre

con esa raqueta de hierro que pesaba como la vida jugaba con hambre de obrero

con un revés a dos manos de currante subiendo a la red como una fiera

sin dar nunca una bola por perdida con el tiempo

aprendió un par de trucos a volear como McEnroe

a meter unos passing shots a lo Björn Born a tener un drive a lo Ivan Lendl

y allí estaba mi viejo

un ebanista reconvertido en carpintero

un carpintero reconvertido en montador de muebles con una raqueta encontrada en la basura

codeándose con catedráticos, banqueros, políticos, princesas, concejales, mandamases de la Fasa, empresarios… haciéndoles morder el polvo

con el puño en alto

Acromatopsia

Despierto

y me invento

la cocina donde desayuno

un café con leche y dos tostadas invento las calles

el canto de los pájaros

los árboles las huertas los caminos las piedras las sombras invento a la gente

lo que hacen y de lo que hablan invento las risas invento las lágrimas invento el mercado

y el bar donde me echo unos vinos unos vinos que invento

invento a la camarera invento la música invento la vida

por la tarde invento poemas invento paseos

amores atardeceres orgasmos revoluciones así voy inventando mi día a día

y llegas tu

y de una patada

mandas todo a tomar por culo y lo dejas todo

en blanco y negro

como después de jugar con fuego

post data:

Escribir poesía es de cobardes lo valiente es enfrentarse a la vida

sin más

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