Han transcurrido 45 años desde el golpe de estado del 17 de julio de 1980 liderizado por Luis García Meza y Luis Arce Gómez a nombre de las FF.AA.
Su primer acto criminal fue asesinar a Marcelo Quiroga Santa Cruz, Carlos Flores Bedregal y Gualberto Vega cuyos restos mortales no han sido ubicados y entregados a sus familias para su digna sepultura, no hacerlo es tan grave como injusto porque es una obligación que debía cumplirse al margen de cualquier ideología o creencia.
Un pedido tan simple como humano no ha sido satisfecho por ningún gobierno ni neoliberal ni neopopulista, pese a que estos últimos utilizaron inescrupulosamente la figura de Marcelo Quiroga bautizando una ley con su nombre no para luchar contra la corrupción, ni como un homenaje merecido a su aporte político o en reconocimiento a la construcción del socialismo en Bolivia, sino para disfrazar sus arbitrariedades con un instrumento pseudo legal. El masismo jamás compartió ni tuvo como referencia la linea política de Marcelo, peor aún, nunca pudo siquiera, aproximarse a su conducta honesta y valiente.
Pese a los fallos emitidos por la Corte Suprema de Justicia y la Corte Interamericana de Derechos humanos, que conmina al estado boliviano a dar con el paradero de los restos mortales de los asesinados, este mandato no fue cumplido, con lo que se afianzó uno de los objetivos más abyectos de la oligarquía, borrar de la memoria del pueblo la obra de un hombre cuya inquebrantable voluntad era una referencia de lucha y defensa de los intereses del movimiento popular.
Marcelo era el mayor obstáculo para la concreción de los mafiosos propósitos de la narcodictadura, pero también era un hombre peligroso para el establishment, por ello debía ser borrado sin dejar ningún rastro material de su existencia, su tumba podría convertirse en un símbolo de rebeldía para las nuevas generaciones, los de siempre no podían correr ese riesgo.
En la actualidad un porcentaje elevado de bolivianos, en particular las jóvenes generaciones, ignoran quién fue Marcelo Quiroga Santa Cruz o que la reconquista de la democracia costo “sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor”, suponen que siempre estuvo ahí y estará presente en nuestra historia por largo tiempo sin que nadie la afecte, creen que es un facto natural sin actores definidos.
No es de extrañar la forma de ser de los golpistas atrabiliarios o gobiernos neoliberales que no quisieron exponer a varios de sus dirigentes implicados con la dictadura, empero que lo mismo hagan quienes se dicen ser parte del movimiento popular es canallada, era de esperar que con la toma de poder por el MAS de abrirían las posibilidades de cerrar esta parte dolorosa de nuestra historia.
En su amoralidad y sirviéndose de unos tontos útiles pretendieron hacer creer que el partido fundado por Marcelo Quiroga Santa Cruz reviviría apoltronando a Luis Arce en actos bufos que terminaron en el ridículo y despreciados por la realidad. La fuerza histórica de su figura y verbo no debía no podía quedar en semejante ignominia, los inescrupulosos terminaron aplastados en su intento utilitario, aún así, podían haber hecho algo que los aproxime a la dignidad, exigiendo a su amo Arce ubique los restos de los asesinados por la dictadura del 80, pero la fuerza de su oportunismo fue más poderosa y se quedaron intercambiando poleras rojas como la mayor expresión de su “ideología” enana.
¿Será que el próximo gobierno hará algo al respecto? lo dudo, dado el carácter técnico y antipolítico de los que podrían llegar a la silla presidencial, cuyo pensamiento estará más enfocado en temas coyunturales que en cerrar ciclos históricos, pese a ello, debe seguirse insistiendo y que los jóvenes sepan que la democracia tuvo sus mártires que deben ser recordados y reconocidos.
Un pueblo ingrato no tiene futuro.