Dentro de los ecos del Coloquio Internacional de Poesía & Filosofía , compartimos esta entrevista, realizada por el escritor mexicano Ulises Paniagua, a la filósofa y escritora colombiana Paloma Marín.
- Lo primero que quiero preguntar es: ¿tienes un concepto definido de lo que es la filosofía?, ¿has logrado hacerte de una definición propia a través de su estudio?
Considero que tener una definición de algo, cualquier cosa que sea, si seguimos la lógica de lo que significa “definir”, como aquello que indica, significa, pero también restringe conceptualmente hablando, resulta complejo, incluso atrevido. La definición, por tanto, muchas veces condiciona el ámbito de la interpretación o de la representación, pues, si ya algo está dicho, ¿para qué pensarlo o ampliarlo comprensivamente?
Para no dar más rodeos, considero que a la filosofía no puede uno más que aproximarse mediane una apertura, mediante la cuestión inicial de todo saber y es: ¿Qué representa ese saber en el horizonte vital? y ¿Para qué vale la pena cuestionarse sobre la dignidad o legitimidad de un saber como el filosófico? Si las respuestas a estos cuestionamientos acaban por darle un lugar reflexivo a la filosofía, entonces, estamos en su terreno, porque críticamente, estamos cuestionando su propio fundamento, el de la pregunta y el de la apertura. Preguntarse por la filosofía resulta por eso complejo, porque debe partir de la pregunta por ella misma y por su lugar en la vida y en el mundo que le es propio, el lenguaje; porque, antes que dotarla de atributos, corrientes y problemas, ella se debe volcar hacia su propio origen, la pregunta inicial acerca de qué se le puede preguntar a ese saber, y cómo ese saber representa e interpreta lo preguntado.
Por supuesto que mi aproximación comprensiva está mediada por ciertos referentes, lecturas, recorrido y campos disciplinares foráneos que he explorado, desde Hölderlin, pasando por Heidegger, hasta Maillard. Claro que por filosofía entiendo un modo paradigmático del pensar, una de sus modalidades, de hecho, la más originaria de ellas, justamente por la apertura crítica que antes menciono. La modalidad del pensar al que la filosofía responde no es una posible entre muchas, sino una que estructuralmente el ser humano está llamado a habitar, porque en ella se construye un modo de lenguaje, el lugar de enunciación y, por tanto, el lugar en el mundo como sujetos histórico-finitos y en relación con la naturaleza y los otros entes que habitan el mundo.
2 ¿Esa concepción fue diferente en algún momento? Es decir, ¿tuviste algún criterio distinto al respecto de la filosofía en otra época de tu vida?
Por supuesto que sí, y eso respalda lo que antes menciono. Las concepciones o definiciones siempre deben tener un carácter de provisionalidad. Si bien, cuando uno interpreta o estudia a fondo un concepto, la pretensión del argumento es cercarlo todo, decir todo lo que haya que decir y abarcar completamente el sentido. El discurso siempre tendrá la soberbia de ser dueño y señor del sentido, mas este es provisional. En el fondo, la conciencia del carácter provisional puede ser una de las tareas más arduas del pensamiento que, se tensa constantemente entre su ímpetu infinito y su condición finita, y, sin embargo, la más noble y digna. Esta conciencia, da cuenta de que el ser es cambiante, que su constante es el devenir y, si la filosofía pretende responder por el sentido del ser tendrá, pues, que reconocer que no podrá más que sostenerlo en instantes numinosos cuya fugacidad es tan necesaria como el ímpetu que los vio nacer. Hay momentos de la vida en que uno se ve sometido por la arrogancia, por el discurso y la mera letra, por el acto sublime de la razón que todo lo resuelve y concreta en el argumento, en la definición, sin embargo, son más preciosos los momentos de trabazón, de duda, de inquietante laberinto, en que las cosas no pueden ser dichas, sólo metaforizadas y representadas; así, la aproximación comprensiva a la filosofía debe situarse en estos últimos momentos del pensar, incluso en lo que el pensar mismo sabe como aquello que no puede decir y le obliga a callar.
3 ¿Qué filósofas o filósofos clásicos han marcado tu vida o tu perspectiva académica?
Es difícil limitarlo a un listado, por así decirlo, pero nombraré algunos, tanto los que he leído con profundidad y dedicación, como algunos a los que en los últimos años me he aproximado con timidez, pero gran asombro:
Platón, Immanuel Kant, Martin Heidegger, Friedrich Hölderlin, Friedrich Schiller, Walter Benjamin, Soren Kierkegaard, Hans-Georg Gadamer, María Zambrano y Chantal Maillard.
4 ¿Crees que exista una relación cercana, profunda, entre poesía y filosofía, o consideras que no tienen liga alguna?
La filosofía está obligada a alcanzar la dignidad de la poesía, homologar sus formas para hacerse más noble y verdadera. La poesía no tiene ninguna obligación para con la filosofía, sin embargo, cuando la poesía apela en su reflexión poética a cuestionamientos filosóficos, se hace más profunda. Es así que filosofía y poesía se unen en figuras hermafroditas como Hölderlin para demostrar qué tan alto puede llegar el ejercicio de pensar y cómo, mediante una forma estética como la poesía, el saber fundante de la filosofía se hace cuerpo, más que mera deixis discursiva, un cuerpo, por tanto, que atraviesa todos los sentidos sin apelar exclusivamente al intelecto, un cuerpo que sublima la capacidad sensible de la intuición.
5 ¿Piensas que exista filosofía más allá de la palabra, o es un asunto exclusivamente oral o escrito? Quiero decir, en el sonido, en lo visual, ¿puede hallarse a la filosofía?
En línea con la pregunta anterior, justamente con la idea de una filosofía hecha cuerpo por medio del decir poético, considero que la filosofía no es exclusivamente praxis discursiva, pero sí palabra y lenguaje; sé que puede sonar contradictorio lo antes mencionado, pero cuando me refiero a praxis discursiva apelo a una idea llana de logos, según la cual, la filosofía opera por su concepto, por el juicio y el argumento que le acompaña. Que se apele a esta aseveración no excluye otro tipo de formas en las que esa materializado el saber filosófico, sin embargo, no puede pensarse por fuera de su propio lenguaje, de su destino como palabra. La filosofía habita el lenguaje porque ella misma se encarga de darle forma; pero el cine puede darnos aquí el ejemplo más claro de que una manifestación estética no tiene que apelar al discurso para detentar una forma peculiar de lenguaje, así, hablamos de lenguaje cinematográfico y aceptamos como su medio la imagen y el sonido.
6 ¿Existe la filosofía más allá de la academia?
Tiene que existir filosofía fuera de la academia, tiene que hacerse forma viva y eso no se logra en el ambiente endogámico de las instituciones. Para que la filosofía sea viva deberá derramarse al mundo exterior, pero también penetrar la interioridad, en ese sentido, transformar y cuestionar la existencia en su aspecto más particular y cercano ónticamente, es decir, lo propio y lo próximo, pero también desbordarse (como ese mar sin orillas de la razón kantiana) a lo ontológicamente más lejano, el ser en su totalidad, el trasunto de la existencia, la condición de posibilidad de la misma, su causa, su thelos.
7 ¿Crees que la Filosofía clásica se ha construido sobre el marco de la “verdad”, o existe un sesgo de occidentalización y misoginia en lo clásico?
Si leemos lo clásico a la luz de una lógica occidental o como crítica a los discursos pro-misogínicos, sin duda veremos o suscribiremos el contenido del saber filosófico de otra época a dichas estructuras. Basta con señalar para que en lo señalado se deposite todo lo que queremos atribuir como su sustrato y que, únicamente, es testimonio de lo que somos en nuestra “actualidad”. También habría que problematizar si por clásico estamos entendiendo el pasado o, entendemos un modo peculiar y paradigmático de filosofar, por ejemplo: según corrientes, problemas, métodos. La mirada que tengamos de lo clásico siempre estará mediada por lo nuevo que aún no se configura como clásico y, en consecuencia, está en clara tensión; es importante que esa tensión entre la “actualidad” y lo clásico se naturalice, incluso, se propicie, sin ella el pensamiento se anquilosa y excluye de sí su carácter cualitativo más valioso, la metamorfosis.
8 ¿Qué tipo de filosofía podría o debería hacerse hoy, en el siglo XXI?
Volvemos al problema de la primera pregunta y es pretender encasillar o conducir deícticamente la filosofía. Si, como se ha dicho, su naturaleza es cambiante, su carácter la metamorfosis, entonces, la filosofía deberá tener la libertad de hacerse de acuerdo al lugar de enunciación del sujeto que ejerce el pensamiento y que se cuestiona. Ese locus enunciativo es crucial para contextualizar los discursos y evitar el dogma de la razón, que siempre ha sido un peligro ante el cual la filosofía ha cedido, haciéndose esclava de dinámicas de poder, legitimación discursiva de otras ciencias y aniquilación de todo aquello que resulte foráneo. Así pues, considero que la filosofía debe hacerse sin más. Debemos preguntarnos, volcar el pensamiento, la intuición sensible y sus estructuras hacia sí mismos, con la apertura de un niño que, ignorante de su destino, inocente frente al presente, sin embargo, es amo y señor de su mundo y de sus representaciones, es un dios creador, un dios poeta.
9 ¿Qué filósofas o filósofos actuales, o al menos cercanos al siglo XXI, te han parecido relevantes?
Creo que algunos los he mencionado en una pregunta previa, sólo ampliaré algunos de ellos y mencionaré otros que allí no aparecen. Cabe decir que el proyecto de una Razón estética emprendido por Chantal Maillard es, sin duda, fascinante. Que como sujetos de enunciación que han sido atravesados por procesos coloniales, es importante revisar la postura de Walter Mignolo y su propuesta decolonial, así como leer contemplativamente, por mero deleite, pero también como compromiso con el saber filosófico a Giles Deleuze y Félix Guattari. Que también es importante volver a figuras que resistieron los embates de su tiempo como Walter Benjamin y María Zambrano; también creo relevante leer a Raimon Panikkar. Lo más importante, que leamos a nuestros colegas, y cuando digo leer, me refiero a la apertura dialógica, que se logra mediante la participación en eventos, congresos, encuentros, seminarios y talleres donde se actualice la filosofía, se contrasten posturas, se reabran debates que parecían zanjados, se digan y se desdigan las formas del discurso.
10 ¿Cómo contemplas el estado del mundo actual y cómo pinta el futuro, según tus ojos?
Ante esta pregunta cualquiera, en cualquier latitud y época, está en su legítimo derecho a pensar que se encuentra ante el escenario más terrible de todos. Cualquiera también podría sacar la carta del pesimismo y apostar por el apocalipsis venidero. Cada día tiene su propio terror negro y, por tanto, su apocalipsis. No encuentro otra forma que no sea la metáfora para responder, porque, en efecto, el estado del mundo actual resulta acuciante, en muchos sentidos, y parece que se requiera más que nunca un renacer de las humanidades, un salvavidas de la filosofía, un rejuvenecimiento de las formas caducas del espíritu, pero, por eso arranqué diciendo que cualquiera está en derecho de sentir que su presente es un tiempo aciago, que el porvenir está encriptado por nubes de algoritmos y recetarios tecnológicos, que la política está sometida por la empresa y el gobierno de sí es un reducto de la voluntad perdida allá donde todavía se podría pensar por uno mismo, que el hambre no deja pensar y que el pensar es esclavo de la propiedad. Contrario a todo esto, me permito reflexionar sobre la idea de que cualquier tiempo, por acuciante que sea, como este presente que hoy nos convoca, justamente nos llama a la agencia, que es importante pararse del sillón de las ideas y poner en marcha transformaciones estéticas, discursivas, representativas; pienso que estamos llamados afectivamente al cuidado propio, pero muchísimo más de lo otro y los otros que comparten este mundo con nosotros; creo que hay que transgredir las formas en que el mundo al que hemos llamado “real” opera y hacer agujeros a la lógica de nuestro entendimiento para abrirnos a nuevos modos de aproximación a la realidad que nos excede y se hace extraña, pero no a nuestros sentidos.
11 ¿Crees que la filosofía pueda contribuir a la construcción de un futuro mejor, de algún modo?
No creo que la filosofía lo haga con exclusividad, eso sería muy soberbio de mi parte. La filosofía es un recipiente vacío si no hay agencia, si no hay sujeto de reflexión. Ese futuro, que también problematizaría de muchas maneras porque creo que el presente es de lo que debemos encargarnos, no requiere otra cosa que una agencia libre que “quiera” y “desee” (esto ya estaba en Platón y en Kant). La agencia de esa libertad nos permite problematizar, confrontar, nuestro lugar de enunciación, armonizar las formas vivas y avivar los conceptos muertos. El hacer filosófico podría bien hacerse un campo en esta tarea, pero la pregunta es por quienes agenciamos ese saber y nos movemos en el mundo, así pues, la contribución es dable, por supuesto, y profundamente valiosa, pero si nos remitimos a la creación de compendios, volúmenes, tratados que resuelvan un estado de cosas, aparcados en los anaqueles de las bibliotecas universitarias o en los repositorios de revistas indexadas, dejando de lado el ejercicio dialógico con la vida y sus formas, entonces estamos como los dormidos de Heráclito, viviendo en el espacio onírico que una conciencia ajena ha creado para nosotros; en cambio, si esa libertad nos empuja a la afirmación de la vida y sus formas, al encuentro dialógico, estético, representativo y poético con los otros, con la naturaleza (que es el máximo “otro”), sólo entonces habrá esperanza para despertar y crear “afectivamente” nuevas posibilidades de mundo.
12 ¿Quieres compartir un mensaje para el futuro próximo? Muchas gracias.
No para el futuro, para el presente de quien haga las veces de lector, para esa persona en ese instante en que, movida por la curiosidad o lo que sea, llegó a mis palabras, decirle que no hay mejor mensaje que aquel que se completa en el silencio, en los márgenes, en la suspensión de la palabra…