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Heberto Arduz Ruiz – Ofrenda Illimani

Heberto Arduz Ruiz

Miscelánea Poética

El Illimani abriga en su nívea coraza

una belleza incomparable, y desde la

lejanía etérea, vigila a la ciudad de La

Paz en su constante lucha agónica y en

sus días festivos. Aleluya tu luz, aleluya

tu sombra que ilumina el alma.

SOLITO HE NACIDO

Salí del vientre materno

forzado por severa matrona

al cabo de la paulatina gestación

mezcla de óvulo y esperma.

Percibí el amor de mis progenitores

y hermano mayor, siendo aún feto,

junto al arrullo de gratas canciones

y sutiles presagios de paz y alegría.

Cierto pensador boliviano dijo

no haber pedido venir al mundo,

mas lo evidente es que nació

y supo del dolor, alegría, placer.

Solito he nacido, por lo dicho,

moriré de igual manera solito,

mi alma partirá en estampida

a otra latitud desconocida, alada,

mientras lo físico al polvo volverá

conforme anuncia la sagrada Biblia.

Mi Creador me brindó la dicha

de habitar en el planeta Tierra

y dirá cuándo volveré a la nada.

Quisiera hacerlo en París con aguacero

un día del cual tengo el recuerdo

según imploró Vallejo, bajo cadencia.

Estaré en espera hasta cuando El

así lo disponga en su clara voluntad.

Por ello, preciso es vivir intensamente

cual si fuésemos a morir mañana.

Vivir quizás sea el mejor poema

que cada ser humano borronea,

pleno de errores y cuasi virtudes.

Somos bardos, y en ardua misión

estilo célebre vate Goethe gritamos

a la hora de cerrar los ojos: ¡luz, más luz!

ÍNTIMA LITURGIA

Rememorar la época

de la infancia siempre viva,

entre mil colores de mixtura

en la niebla del pasado

semeja cumplir un rito

que de trecho en trecho

despierta la memoria y retorna,

cual suave viento a la pradera

que otrora jubilosos visitamos.

El diluvio de minutos y horas

acicalan tiernos sentimientos

en evocación de la casa paterna

junto a hermanos y muchachada

de barrio en la Tarija de antaño.

La nostalgia aviva imágenes

de rostros que olvidar no podremos,

porque nadie nos quita lo vivido

ya en el umbral del sueño eterno.

EL VOLANTÍN DE ANTAÑO

El cielo abierto que permite volar

la cometa de papel que imagina

y construye el chiquillo juguetón,

en alas de libertad, no tiene precio.

Al paso del tiempo, uno crece,

desarrolla, madura y se vuelve viejo

pero el recuerdo imborrable queda

de los alegres días de la infancia

compartidos con amigos del colegio

y del barrio en que nos conocimos.

El don más preciado por los humanos

es la libertad, de acción y pensamiento,

bajo ese espacio geográfico, la bandera

de la independencia enarbolada

en el inolvidable sol dorado de la niñez

persistirá hasta el último aliento vital.

MAGIA DEL AYER

Corceles en fuga permanente,

los recuerdos se agolpan

paran en seco en tierra firme,

a veces, en otras corren

disparan sus cascos en espera

del nuevo amanecer que emerge,

beben agua fresca de la acequia,

retoman la marcha en cuadrilla

y, cual recuerdos, santifican

las pérfidas acciones del ayer

de quienes decían ser amigos

en tiempo juvenil, raudo y parco;

mas hubo algunos que se jugaron

la suerte por demostrar su cariño.

Fraternales lazos alentaron,

rasgos firmes y tiernos aún escriben

un canto a la profunda amistad

que enhiesta no morirá jamás.

LA ÚLTIMA TREGUA

Y llegó el no esperado atardecer

a mi vida de itinerante rumbo,

de la infancia siempre presente

a preocupaciones juveniles

en torno al futuro que no se avizora

y el despertar a un mundo

conflictivo en esencia y proyecciones.

¿Qué me depara el porvenir…?

Los días pasan y caen las hojas

del calendario humano desfasado

que aparejadas conciben ilusiones

sin arrepentimiento que las destiñan.

Y fracaso tras fracaso levantan

la bandera de la superación constante

al fragor de batallas cotidianas

en pos de la sobrevivencia y el éxito.

El candil del estudio y meditación

no se extingue y continúa iluminado,

¿hasta cuándo? Nadie lo sabe.

El vendaval del tiempo irremediable

no admite plazos determinados,

sólo rige la caducidad de los seres

y de las cosas que perecen sin piedad.

¡Ay, mi Dios prolóngame la existencia!

Todavía debo borronear en papel blanco,

armar palabras, formar líneas y escribir,

aunque mi país no tenga lectores;

quiero leer y soñar, ver caer la tarde

de ardiente sol, noches de luna llena

y luego, cuando me llames a tu reino,

dormir en paz el viaje a la eternidad

sin sombra de reclamo y deber  cumplido.

QUÉ  ERES…?

Angustia

sueño

fatiga

lágrima…?

Canta, ríe

piensa, llora

despierta

y sueña.

El futuro no espera,

el  presente pasa,

muere y no renace,

marcando el ayer.

Tu ser y alma

dibujarán

ambiciones,

metas precisas.

Si los sueños

no renuevas,

caerá la sombra

y nublará tu vida.

Eleva las manos

únelas juntas,

invoca la paz

y llegará sin pausa.

Ríe, canta, vive

llora y piensa.

Tus propósitos

se harán realidad.

ABUELO SE VA LA VIDA

Sentado a la vera

de tu vida que se apaga,

te veo

abuelo

fumar un cigarrillo.

Quién diría

que ayer eras todo fortaleza,

mente clara,

humano como ninguno al bogar

en este río pasajero.

Las bocanadas

azul cenizas,

al expandirse semejan

los años que llevas

y que se esfuman como el aire.

Tu existencia prodiga

calor que consume,

fuego que hiere el alma,

cual cigarro que tus labios

por siempre tener quisieran.

Heberto Arduz Ruiz – Nació en La Paz, abogado de profesión, colaborador de los suplementos literarios desde su época de universitario y a la fecha publicó dieciséis libros, abarcando crítica literaria, ensayo, entrevistas y poesía. Corresponsal de Bolivia, de la revista española Letras de Parnaso, desde hace años.

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