Blog Post

News > Etcétera > La batalla de Viloma Cala Cala

La batalla de Viloma Cala Cala

Maurizio Bagatin

Hay un aire diáfano al llegar a la “plazuela de Viloma Cala Cala”. Isaura nos recibe como si nos conociera desde siempre; es el recibir campesino que conserva humildad y simpleza. Charlamos sobre producción de frutas, de su transformación, de la tierra si sigue fértil, del clima que está cambiando, del viento que inicia inmediatamente después de las lluvias, del agua, del guarapo, de la feria del higo y de sus derivados.

Vi un gran arco en lo que un día fue un enorme edificio de hacienda colonial, piedras extraídas del rio Punkuruma, tal vez del Rio Khora y tallada para el patrón del lugar. Conversamos también de esto, es lo que más me emociona, oír los testimonios de la gente del lugar. Que es lo que recuerdan, que es lo que le contaron, que es lo que le enseñaron a la escuela, sobre todo lo que los rodea, su tierra, su territorio, su origen, su memoria. Isaura es demasiado joven para recordar algunas cosas del pasado más remoto, tal vez no le hayan contado muchos hechos ocurrido, tal vez uno los oculta o no tenga referencia algunas de la historia. La hacienda de Viloma Cala Cala era su lugar de juego de niños, se habrán escondido para que alguien los encuentre y nuevamente vayan a perderse entre maizales y frutales.

Justo ahí a pocos metros de su casa se enfrentaron el 29 de noviembre de 1815 las fuerzas realistas y las fuerzas de las Provincias Unidas del Río de la Plata, cuya derrota representó para las Provincias Unidas la pérdida definitiva del Alto Perú. Historia mayúscula a diez años de la Independencia. Al menos en cuanto yo pude hasta ahora conocer y percibir de Bolivia. Me pesa, como es el peso de la Historia, narrar estas emociones, me devuelven ciertos recuerdos de las narraciones que me hacia mi suegro bajo el molle de la casa o al leer algunos libros. Vacío me parece el apego a la Historia que tenemos hoy día, una inmensa nube de olvido ha tragado la entera humanidad, como si la historia fuera una obnubilación en marcha, decía el escéptico Cioran.  

El agua aquí debe tener más salitre, observa Doña Mery, el refresco que nos invita Isaura tiene algo de salado: yo no lo detecto inmediatamente, los demás me miran para ver mis reacciones. Y debe ser, la tierra tiene un color más volcánico, más ríos rodean esta zona, presencias fósiles de otro origen, cerca de aquí piedras calizas, terremotos, Goyeneche y la bajada de los quechuas.   

Demasiada historia sepultamos demasiado fácilmente. La hacienda sirvió de cuartel a los patriotas en la Batalla de Viloma de 1815, en la que lucharon Manuel Ascencio Padilla y Juana Azurduy de Padilla. Hoy en los billetes y nada más. Seguimos escuchando los breves relatos sobre lo muy poco que quedó, una conmemoración para el día de la batalla, el abandono por deuda de la hacienda, el olvido de todo los demás. Así sepultamos la Historia.

El viento está anunciando que el invierno está a la puerta. Un anciano está pacíficamente acullicando mirando su ganado, el verde es intenso a esta hora de la tarde es ya negro hacia el cerro, de lejos la ciudad es como un imán para las nuevas generaciones. Nosotros viniendo de ella pensamos lo contrario, todo es interpretación.

Vida de campo que emana serenidad, mientras nos vamos saboreando el dulce del fruto del pacay, fruto al que aún no se le ha dado el lugar que tal vez le corresponda.

error

Te gusta lo que ves?, suscribete a nuestras redes para mantenerte siempre informado

YouTube
Instagram
WhatsApp
Verificado por MonsterInsights