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Para no extraviarse en estos tiempos

El remolino gigantesco de contenidos digitales atrapa y zarandea a los usuarios de los dispositivos conectados a la red Internet, mareándolos. De potencial ambiguo, ofrece millones de ventanas para despertarles conciencia o quitársela. A veces, del todo, cual borrachera plena. Sin darse cuenta, quedan vacíos de sentido. Es una síntesis perfecta del contexto actual en el cual la vida humana se ha visto paradójicamente facilitada/complicada por el vertiginoso avance de la tecnología. 

A primera vista, las directas, “reels”, “podcast”, “memes”, “flashes” y cuanto surca por las aplicaciones digitales, configuran un film inacabable pasado en cámara rápida, con escenas oscilantes entre la comicidad más absurda y grotesca hasta el terror más sádico y espantoso. Tapando a las noticias verídicas y a las opiniones sustentadas en medio de amarillismo y mentira. En mezcla indigerible cuya proyección derriba no la cuarta sino todas las paredes, plantando al espectador en medio del escenario como objeto, desarraigado de su vida y su lugar en el mundo. Condenado al anquilosamiento, no sólo mental sino físico, pues permanece quieto en horario continuo ante esa película carente de orden y concierto, de la cual se hace muy difícil entender o adivinar la trama. Y la tiene, por supuesto: es el estado de situación del mundo en estos tiempos. Tiempos complejos. Más cada vez. Como el mundo digital donde las personas danzan, quieran o no.

La cuestión de la complejidad es de importancia radical. De su comprensión como rasgo inherente de la realidad/verdad depende encontrar claves de la situación actual y, sobre ellas, vislumbrar caminos de solución de sus problemas, aliviar la incertidumbre y la angustia ante un futuro siempre imprevisible. Asumiendo que el ayer y el hoy, vinculados causalmente, son disímiles, y que las respuestas de antes no sirven ahora. Por tanto, el desafío a la creatividad sustentada en la mirada acuciosa es grande.

Un recurso de todo ciudadano activo – sujeto político – para resistir los embates de ese bombardeo audiovisual y no terminar en él cual hoja en el viento, es navegar tomando con firmeza el timón para dirigirlo según sus propios intereses y preferencias. Hacia rumbos donde hay segura provisión de datos y opiniones. A fuentes confiables. Contrastando varias. Superando el “bienintencionado” algoritmo de las “generosas” redes sociales, equivalentes a cocheras cuya función, presentada como “ahorro de tiempo para una mayor satisfacción del usuario”, en el fondo es impedir cualquier “desviación”. En otras palabras, cerrar el paso a la pluralidad de visiones y, por tanto, contribuir al pensamiento único, padre del fanatismo, herramienta eficaz del autoritarismo. Con su primera manifestación: “lo políticamente correcto”, alentado incluso desde la burocracia de las apolilladas estructuras de organizaciones internacionales auto ungidas en superpoder fuera de control. Impunes.

Otro recurso de defensa, ineludible, es el procesamiento personal de la información recogida, con base en conocimientos previos organizados, provenientes de aportes de pensadores y estudiosos. Telón de fondo del análisis, indelegable a terceros. De la reflexión devenida en criterio propio.  Sin dogmas, estereotipos ni prejuicios, en actitud humilde de quien siempre busca nuevas respuestas. Con actitud de servicio cívico a los otros, tomándose la tarea de hacer un comentario, una aclaración y/o alguna pregunta crucial que promueva interés y crítica. Que sacuda de la pereza y libere.

A inicios de 2025 emergen asuntos pendientes de abordaje en estos términos. Aplicando las bases profundas del enfoque de sistemas, el pensamiento complejo y la teoría del caos. Prestando atención a todas las variables del objeto de estudio; incluyendo las intervinientes. Todas las posibles. En su estado real e ideal. Proponiendo los objetivos y las estrategias, diversas, para lograrlos. Pasando por encima de las montañas de cascajo de aquello que asegura audiencia porque satisface lo que el público espera ver y oír. Aguzando los sentidos para encontrar lo imperceptible en el micro plano, eso minúsculo que provoca el estallido de lo imprevisto. Del desorden; por consiguiente, del cambio. En alerta para identificar las estructuras disipativas (líder/caudillos; movimientos…) con potencial para que del caos emerja el orden. Por un tiempo. Hasta la próxima crisis creativa.  Considerando las condiciones iniciales para asegurar el éxito de los proyectos, de los planes de mejoramiento de la realidad. Esas que son irrenunciables. No se negocian.

En esa agenda tiene lugar orden internacional y juegos de poder; Hispanoamérica en ese contexto; Bolivia allí mismo; crimen organizado transnacional y totalitarismo; inmigración y política; Bolivia y su vocación manifiesta para el encierro; luces y sombras de la “revolución nacional”; consecuencias de la emancipación de Bolivia… y otros pendientes. Importantes. Urgentes. A responder sin simplismos ni lugares comunes. Para reavivar esperanzas o rendirse a las evidencias.

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