Medusa
Rodolfo Lobo Molas – Argentina
De pronto se encontró frente a la hermosa estatua de piedra de un apuesto guerrero y sin poder evitarlo sucumbió al encanto de tanta gallardía. Lo miró a los ojos y la escultura le devolvió la mirada. En ese instante la Gorgona se convirtió en humano.
Manos
Carmen Nani – Argentina
Palma contra palma, la mano del niño apenas cubre la del abuelo. Palma contra palma la del niño alcanza a cubrir la del abuelo. Palma contra palma los dedos del niño son tan grandes como los del abuelo. Palma contra palma la mano de aquel niño envuelve la de su abuelo.
Tiempos de revolución
Estéfani Huiza – Bolivia
En tiempos de revolución, todas las letras decidieron unirse, se vistieron de rojo escarlata, para que su protesta sea escuchada, pero nadie le encontraba significado a la palabra que se formó, eran inteligibles para algunas personas, otras las habían interpretado según les convenía. Para los profesores decía educación, para los políticos, inflación, los abogados jurisdicción, los poetas leían elección, y así según. Aquel conflicto terminó con una junta de emergencia en la que se debatía la próxima medida de las letras, todas votaron por desaparecer el alfabeto y así el mundo calló para siempre.
Príncipe azul
Ildiko Nassr – Argentina
Dicen que el azul es el color favorito de la mayoría de las personas. Azul es el cielo y azul el mar. También el príncipe ideal.
En la sutileza de sus matices y tonalidades, incluso se creó un artefacto llamado cianómetro para evaluar el color del cielo. ¿De qué color es el cielo?, se preguntó quién lo inventó y su respuesta fue tan vaga que decidió marcar cada cambio de acuerdo al juego con las luces y las sombras y el paso del tiempo.
Entiendo, entonces, la fascinación por un príncipe de ese color.
Postulante a estrella de circo de rarezas
Márcia Batista Ramos – Brasil
A partir del siglo XIX, los circos de rarezas se convirtieron en un tipo de espectáculo que mostraban personas con características inusuales. En los Estados Unidos sobresalieron las populares exhibiciones ofrecidas por el empresario Phineas Taylor Barnum, quien, entre sus presentaciones mostraba personas con anormalidades genéticas, personas con enanismo, siameses, etc.
En una ocasión, un hombre con acondroplasia, cojo, tuerto y tartamudo se acercó al exitoso empresario para pedir trabajo en su circo de rarezas, Phineas Taylor Barnum, lo miró con cierta prepotencia y preguntó:
– ¿Qué sabes hacer?
El hombre, adelantándose al poeta brasileño Mario Quintana, retorció las manos y contestó:
– “Yo sé llorar… Yo sé sufrir… ¡Sólo eso!”