Carlos Battaglini
Americanah es la historia de Ifemelu, una joven nigeriana que decide marcharse a los Estados Unidos por un tiempo para estudiar y buscar una vida mejor. Al cabo de un tiempo acaba regresando a Nigeria cargada de experiencias de todo tipo. Los dos periplos se diferencian enormemente. En Nigeria, Ifemelu vive dentro de un país corrupto afectado por innumerables problemas, incluido latentes amenazas golpistas. A pesar de todo, la protagonista vive en Lagos de manera ‘digna y normal’ y es allí donde se hará novia del amor de su vida, Obinze. Ifem ayudará a su novio a trepar en el escalafón social gracias a sus contactos con gente influyente, facilitados principalmente por su tía e íntima amiga, una mujer de buen fondo pero que vive atrapada en los tentáculos del poder, personificados en la figura de su corrupta pareja.
Un día Ifem abandona la Nigeria militarizada y corrupta para irse a estudiar a los Estados Unidos donde su vida cambia por completo. En EEUU tendrá que buscarse la vida, empezar de cero, lo que la lleva a darse cuenta por primera vez en su vida de que no es nadie en los Estados Unidos, y lo más importante de todo: de que es negra.
Así, vivirá en un piso atestado de estudiantes desaseadas que le hacen la vida imposible. A su vez, tendrá que desempeñar trabajos vergonzantes hasta el punto de que en alguna ocasión, contrario a su voluntad o por un lapso inesperado, aceptará dinero a cambio de sexo.
Ese hecho marca una especie de un antes y un después en la vida de Ifem, a la que por un tiempo le costará convivir con su conciencia. Sin embargo, poco a poco se irá recuperando e integrándose en la sociedad norteamericana, aunque sin perder del todo su identidad africana, que conservará por ejemplo en su marcado acento nigeriano al hablar en inglés.
En Norteamérica, Ifemelu se olvidará de repente de Obinze, quien en teoría iba a acompañarla a los Estados Unidos y que nunca lo hará porque su visa es rechazada, por lo que tiene que marcharse al Reino Unido aunque de forma ilegal…
Mientras tanto, Ifemelu se halla cada vez más cómoda en los EEUU, trabajará de niñera y hasta tendrá varios novios, entre ellos incluso un blanco. Así que a pesar de las dificultades, Ifem consigue progresar en “el primer mundo”.
Por su parte, Obinze se encuentra en Londres dispuesto a crecer como profesional y persona. No obstante, a pesar de la buena voluntad del nigeriano, su experiencia en Inglaterra es mucho más desafortunado que la de Ifem en los EEUU. En el Reino Unido, el africano será tratado como un ser insignificante, teniendo que llevar a cabo los trabajos más humillantes. Obinze trata de buscar apoyos en algunos nigerianos que habían sido amigos de su infancia, pero estos acaban adoptando una decepcionante actitud prepotente y pretendidamente ganadora, lo que supone una especie de traición. Obinze siente la soledad, la dureza de la ciudad y del mundo.
Ifemelu en cambio, se haya volcada en la escritura de un blog que va adquiriendo cada vez más popularidad. Se trata de una bitácora donde se hablan de los problemas cotidianos, pero sobre todo del componente racial, asunto que Ifemelu diseccionará concienzuda y exhaustivamente.
Al cabo de un tiempo, Ifemelu regresa a Nigeria que ahora es un país “democrático”. Allí descubrirá que Obinze también se encuentra en la ciudad y que ahora es un hombre casado y rico. Después de un tiempo donde en realidad se estaban buscando, los novios de la juventud se acabarán encontrando y puede que terminando “juntos”…
Y aquí va mi opinión. Podemos decir que la mayor virtud que tiene este libro es la profunda investigación que hace del factor racial en los Estados Unidos.
Americanah explica a la perfección el sentir del negro medio que ha de buscarse la vida en un país dominado por blancos. Ifemelu, la inteligentísima protagonista, irá narrando numerosas anécdotas donde el componente racial se erige casi siempre como el absoluto protagonista. Desafortunadamente, este valioso aporte investigador contrasta con un débil armazón literario.
Tanto es así, que el libro tiene mayor valor sociológico que literario puesto que la calidad literaria de la novela es más bien deficiente. Esta incapacidad narrativa viene motivada por una acuciante falta de ritmo y tensión que se extiende a lo largo de un sinfín de páginas rellenadas de vacua retórica que forman un “tostonazo” de repeticiones y pobres construcciones literarias, llegando a levantar la firme sospecha en el lector de estar ante un libro malísimo, en ocasiones casi horrible.
Los personajes no ayudan a salvar el muermo: bastantes de ellos no acaban de construirse de manera sólida, insuficiencia que llega a afectar a la propia protagonista, la cual se confunde muchas veces con la voz del narrador. También resultan confusos numerosos diálogos donde muchas veces no se sabe quién está hablando. Además, la escritora abusa de las acotaciones y lo que es más reprochable: lo explica todo, sin dejar apenas margen para la sugerencia.