Irma Verolín
Mi abuela observa a sus pequeños hijos,
no quiere que crezcan
no quiere verlos de pantalones largos
y bigotes finos.
Si crecen se volverán hombres
y ya se sabe:
los hombres le hacen mal al mundo,
lo forjan con sangre.
Para que sus hijos
no cambien de tamaño
mi abuela los sujeta desde los tobillos
a las patas de la mesa.
El tiempo correteó rápido
entre nosotros.
Y aquí estamos,
somos una familia
con gente de baja estatura
que se sienta a comer en mesas
de una medida descomunal.