La educación en Bolivia del siglo XXI todavía arrastra varios obstáculos estructurales debido a las intensas disputas políticas que alimentan las siguientes características negativas. El Estado siempre representa a un ámbito burocrático que es interpelado constantemente por la sociedad civil para satisfacer la demanda de una educación gratuita. Aun a pesar de cumplirse la subvención permanente de la educación primaria y secundaria, no están claros los incentivos que aseguren una completa equidad, ni tampoco cuáles son los factores de calidad que cada año van a fortalecerse.
En esta medida, las políticas educativas en el Ministerio de Educación están demasiado centralizadas en una burocracia gubernamental que evita llevar adelante la profundidad de diversos paradigmas de cambio que podrían implementarse de una manera más directa a través de los municipios y la sociedad civil en diferentes regiones. Es por esto que, al mismo tiempo en el país todavía es muy fuerte la exclusión de sectores pobres con escuelas rurales y grupos considerados marginales (mujeres indígenas), que no alcanzan a beneficiarse con ningún tipo de estándares educativos de calidad, o no pueden convertir sus condiciones desventajosas en estrategias para escapar de la pobreza.
Por otra parte, existe también una segmentación de las escuelas en diferentes municipios donde continúa siendo abismal la disparidad entre escuelas de primera, segunda y tercera, sobre todo al considerar una polarización entre establecimientos rurales y urbanos, o dentro de las ciudades.
Hay escuelas con pésima infraestructura, malos docentes y alta deserción estudiantil, junto a colegios de las grandes capitales como Santa Cruz, La Paz y Cochabamba donde las clases medias y altas se favorecen con una relativa mejor educación, sobre todo porque cumplen un calendario lectivo y los contenidos completos del currículum tradicional.
Pero inclusive a pesar del avance de materias sin interrupciones, no puede hablarse del surgimiento de nuevos paradigmas pedagógicos con plena calidad, ya que pesan mucho los aprendizajes memorísticos, o aquellos enfoques demasiado supeditados a lógicas autoritarias que relegan la creatividad y la construcción colectiva de aprendizajes, abiertos a la renovación constante.
En la ciudad de La Paz, por ejemplo, el hecho de concluir los programas pedagógicos que brinden a los estudiantes un conjunto de enseñanzas y oportunidades para el manejo de la información y aplicación de los conocimientos, marca, de hecho, una distancia respecto a otros colegios donde el avance formativo está fragmentado, incompleto o víctima de obstáculos materiales como la ausencia de bibliotecas y el abandono de una orientación sistemática, rompiéndose el círculo virtuoso entre la enseñanza, compromiso docente y el acompañamiento de los padres de familia que tampoco refuerzan la estrategias educativas más allá de las escuelas.
A esto se suman los modelos pedagógicos anticuados que transmiten información desactualizada, o no pueden problematizar las situaciones de cambio que circundan al mundo actual, como el uso de aulas virtuales, disciplina para la autoformación por medio de bibliotecas digitales y el hecho de recurrir a otros países y experiencias para internacionalizar la educación a larga distancia, con el uso de ambientes virtuales colaborativos.
Otro obstáculo continúa siendo el accionar político del sindicalismo en el magisterio urbano y rural. Los maestros representan un sector políticamente muy bien organizado que rechaza sistemáticamente cualquier propuesta de reforma educativa, para privilegiar sus intereses corporativos. La resistencia a toda reivindicación de cambio, básicamente responde a los salarios muy bajos que tienen los maestros, al mismo tiempo que la formación docente siempre es de lamentable baja calidad.
Las discusiones sobre cuáles serían las mejores formas de enseñanza y adaptación a entornos constantemente exigentes y transformativos, encuentra en los maestros poco interés y estrategias sostenidas de cambio. Los profesores de base están tensionados por las necesidades mínimas para sobrevivir con sueldos magros, un prestigio devaluado como profesionales y la incertidumbre en torno a su función como dinamizadores de nuevos paradigmas educativos. Existen muchos profesores que identifican la teoría pedagógica, únicamente con principios abstractos sin ninguna vigencia, ni aplicación en la realidad diaria donde ellos desarrollan su actividad.
La llegada de la educación digital y el mundo del internet hicieron que el papel de los maestros de aula, sea cada vez más desactualizado en los casos de la educación secundaria y en las materias repetitivas de carácter general como historia, ciencias sociales, geografía, matemáticas y orientación vocacional donde los profesores tienden a ser prescindibles.
Franco Gamboa Rocabado es sociólogo.