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Aprendizajes periodísticos desde un blog

La pasada semana, el mundo del periodismo digital latinoamericano ha sufrido un remezón al que se vuelve urgente voltear la mirada con el fin de remover lo que hasta ahora parece consolidarse como noción uniforme del periodismo digital formalizado en el país. Se podría decir, en una generalización que suprime pocas excepciones, que como consumidores/as de información nos hemos sentado a esperar que las empresas periodísticas conozcan, entiendan y hagan el esfuerzo por meterse de manera creativa a nuestras agendas informativas propias generadas en cada red social.

Por ello es que insisto en la importancia de referirnos a lo ocurrido los días pasados cuando Diego Salazar, un periodista peruano, publicó un post en su blog “No Hemos Entendido Nada” que desenmascaró una farsa que involucró a un artista que aseguraba haber ilustrado tres portadas en el periódico The New Yorker. Salazar, movido por la nacionalidad compartida con el artista y por su profesión, fue asaltado por la duda e inició toda una investigación desde su computadora para revelar que dicho artista había armado todo un tramado en torno a su carrera para generar un prestigio basado en falsedades con el que engañó a la empresa que le representaba, a curadores internacionales y a medios de comunicación peruanos.

Quienes tuvieron la oportunidad de leer la crónica de Salazar podrán encontrar en ella, de principio a fin, claves urgentes para remover el periodismo digital nuestro de cada día, desde todas sus aristas. Recapitulemos. Primero: leer. Un buen periodista tiene que leer mucho otros medios, no sólo por la necesidad de información sino por el conocimiento a detalle del mercado. Segundo: dudar. Un buen periodista debe, ante y sobre todo, dudar; más aún hoy, en un mundo cuya información se rige principalmente por la inmediatez. Tercero: verificar. Con más razón cuando el primer nivel de verificación está más que nunca al alcance de la mano, una simple búsqueda en Google puede ser determinante para una noticia. Cuarto: navegar y filtrar. Toda vez que el mundo de la información es tan amplio y que, al día de hoy, ya se debate incluso sobre el “derecho al olvido” en el mundo virtual, no es exagerado pensar que casi todo lo que necesitamos está en la web y que debe ser filtrado. Quinto: actualizar. Quizás la mejor forma de dar contexto a un post o a una nota es generar un proceso continuo de actualización pues en un escenario tan dinámico no se requieren mayor cantidad de notas sino mejores notas. Sexto y último: escribir bien. En un mercado tan sobrecargado de mensajes y ruido una de las pocas tablas de salvación para la información sigue siendo un sólido texto. Sin buena pluma no hay mensaje -por más potente que sea- que se salve de este océano cotidiano.

No se trata de creer tener las lecciones supremas del periodismo digital (menos del “tradicional”) en la mano, toda vez que un montón de respetables profesionales se gastan la vida en ello. Pero si preservar la frescura de que si un post inteligente en un blog constante tiene algo que contar haciendo honor a un género periodístico, hay claves urgentes ahí que procesar y difundir para que todos y todas nos regalemos unos minutos de reflexión sobre esta apasionante labor. Y que hacerlo, también ya forma parte de ese inmenso e imparable universo que es, al día de hoy, el periodismo digital.

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