La suspensión de actividades académicas presenciales ha tenido un alto impacto en la educación. Ello ha llevado a la búsqueda de un replanteamiento rápido para dar continuidad a la gestión académica. En la nueva circunstancia, se apela a la educación virtual. Esta modalidad de educación se distingue porque no requiere de la presencia de profesores y estudiantes en un mismo espacio y tiempo.
Según la UNESCO (2020), debido a la pandemia, la educación ha dado un giro a un estilo de vida tecnológica a la interconexión digital, ocasionando un súbito cambio de conducta social en un 91% de la educación mundial. Por lo que surge una nueva oportunidad de adaptarse a la modalidad virtual, que de hecho Norte américa y Europa llevan mucha ventaja. En España, según el consejero de Educación y Juventud, Enrique Ossorio, el 93% de los centros educativos han funcionado exclusivamente vía teletrabajo durante el confinamiento. A nivel nacional, la situación actual exige que las acciones educativas sean holísticas, integrales y vinculadas a las tecnologías de aprendizaje.
La AGETIC (2018) indica que el 68% de la población mayor de 14 años es internauta, es decir, que hace uso y manejo de la web. Podría decirse que, los estudiantes se muestran propensos al aprendizaje a través de los recursos TIC, pero no necesariamente resulta así. Ciertamente, en términos estructurales, el aula virtual es similar al presencial; sin embargo, en la realidad es lo contrario, es muy diferente porque los actores educativos están en ambientes completamente distintos, asimilando procesos de adaptación y formación de nuevos hábitos de enseñanza y aprendizaje. Por ello, tanto docentes como discentes van aprendiendo y utilizando la tecnología en su rutina de clases. Sin duda, esta modalidad de educación, ha transformado el rol de los actores principales del acto pedagógico.
Aunque se debe reconocer que, la virtualidad ya existía desde mucho antes de la pandemia, pero no estaba dentro del mapa de las instituciones educativas para enfrentar una crisis de esta magnitud. Ahí el COVID ha desnudado una triste realidad de nuestro sistema educativo, alejado de las bondades que ofrecía y ofrece la tecnología y carente de una planeación acorde con las nuevas exigencias del mundo globalizado actual. En la circunstancia actual, se ha evidenciado las limitaciones sobre la situación educacional, la brecha digital, los retos y desafíos de los actores educativos a nivel nacional y la brecha social.
Inicialmente, esta situación obliga al profesor a conocer y aprender a usar las plataformas de aprendizaje en línea (gratuitas y/o comerciales), a través de capacitaciones realizados por algunas instituciones educativas (públicas y/o privadas). En otros casos, se cuenta con el interés, la voluntad y la actitud positiva de cada profesor para manejar las herramientas digitales; a veces se recurre a la explicación y/u orientación de los hijos, otras veces a vídeotutoriales en YouTube. Según la experticia de algunos docentes, se logra sincronizar hasta tres streaming (Meet, Zoom, Teams) de modo que los estudiantes acceden con la que se puede. Afortunadamente, se continúan generando conocimientos y brindando nuevas y diversas experiencias de aprendizaje a los estudiantes.
Se rescata el aporte de los medios que están al alcance para comunicar y organizar las actividades académicas diarias; entre las herramientas digitales de mayor uso son Classroom, Zoom, Meet, YouTube, Facebook y WhatsApp. Su aplicación se explica porque son herramientas que no requieren de un uso tan intensivo de datos como otras plataformas, ni de un buen equipo (PC/dispositivo móvil). Además, se viabiliza mecanismos de llegar a la mayor cantidad de estudiantes posible. Actualmente, se ha pasado de una educación remota a una virtual, navegando en la autopista de la internet, maniobrando los pertrechos de las TIC y las plataformas digitales.
La tecnología e internet, estos días, son los elementos esenciales para dar continuidad con las actividades pedagógicas. En efecto, hay una exigencia de competencias digitales que deben tener los docentes actuales en función a las necesidades de los estudiantes. De forma progresiva, se adoptan estrategias innovadoras para incorporar la transformación digital en las prácticas educativas actuales e ir a la par con la evolución de la tecnología, hoy en día se cuenta con la tecnología 5.0.
Sin duda, pasar de una modalidad presencial a otra virtual es todo un tránsito que involucra actores, infraestructuras, programas adecuados y políticas del sistema tanto nacional como institucionales. En consecuencia, se cuestiona ¿qué impacto tendrá en la educación (en sus diferentes niveles) la inmersión forzada en las estrategias de aprendizaje online actualmente disponibles?
Desde la perspectiva de expertos en pedagogía, esta situación podría tener un efecto positivo a largo plazo. Los ministerios de educación tendrán una comprensión más clara de las brechas y desafíos (conectividad, hardware, integración de herramientas digitales en planes de estudio) que existen para usar la tecnología de manera efectiva y reducir esas brechas. Algunas instituciones educativas podrían fortalecer y potenciar las habilidades digitales de plantel docente y, contar con mayores oportunidades para expandir las ofertas académicas en línea como resultado de esta crisis.
En suma, sería importante aprovechar esta experiencia para retomar una ruta acelerada de mejora en los procesos educativos. No obstante, resta el trabajo por demostrar la calidad académica en modalidad virtual.
“Que el aprendizaje no pare”.