Yessica Maria Rengifo Castillo
El hijo que concebimos esa noche no era una presión de iniciar una vida juntos. Los dos teníamos claro ; que sólo nos gustaba hacer el amor en tardes de invierno y arreglar el país. Ismael jamás cambiaría el cuarto de música por pañales o el llanto de los bebés que tanto detestaba.
Ninguno de nuestros métodos de planificación funcionó y seriamos padres…
Transcurrieron nueve meses entre los cantos del ruiseñor, girasoles y arrullos de las mariposas. Entre llantos profundos y el corte que acompañara mi vientre llegó nuestro hijo cambiando la rutinaria vida. Una casualidad más profunda sobre las notas musicales que conducen a Ismael en días de canto y fragmento del sol iluminando mis cuadros, el retoño lleno de amor el camino. Camino que no se cerro en una iglesia, notaria o casa, senda que se escribe en la mágica casualidad que es la existencia.
Silencios
Fríos de la pared
se roban la magia de sus ojos.
Luces se tiñen de gris
entre profundos llantos.
Las escaleras retienen
huellas de su dulce caminar.
Caminar que se ha ido
por las ventanas tristes
rogando silencios
que no vendrán, inspiración mía.