Ningún movimiento se hace poder sin que tenga sus avanzadas en los sectores de intelectuales que legitiman el orden reinante. En Bolivia, el neoliberalismo cayó, precisamente porque los movimientos emergentes afiliaron, a sus columnas, intelectuales del neoliberalismo. Quintacolumnistas que se prestaron, ya sea vía la filtración de información o de posiciones abiertamente críticas, a socavar las bases morales y de credibilidad del neoliberalismo. Sin el apoyo, consciente y oportunista, de estos quintacolumnistas dentro de las fauces del neoliberalismo, la derrota del sistema hubiese sido más difícil y hubiese tomado tiempo. Los ejemplos de quintacolumnistas entre los años 2000 al 2006 son cuantiosos. De grandes defensores del neoliberalismo pasaron a convertirse en sus principales detractores. Los que se rajaban por sacarse fotos con los poderosos neoliberales, cuando los emergentes crecían, hacían todas las acciones de lavandina, imaginables e inimaginables para blanquear su pasado.
El gran dilema de la oposición boliviana, después de 11 años de régimen azul, es que no cuenta con quintacolumnas en el seno del poder masista. Los que podían jugar ese rol, ha optado, después de 5 años o más de estar con la mieses del poder, por salirse y son ahora férreos opositores. Muchos se salieron por haber aceptado su equivocación al haber creído ingenuamente que con el MAS se habría un proceso de profundización de la democracia. “NO es por esto, dicen, por lo que apoyamos. Esto es ya una dictadura” sentencian. Otra buena parte se han salido porque los espacios de poder que aspiraban se les han cerrado o sus padrinos entraron en desgracia.
Sin embargo, y esto es lo novedoso, en Bolivia, es llamativo, a más de una decena de años de un gobierno que ha demostrado estar en contra de los vientos de la historia y de solo pretender el poder absoluto, que gente que figuraba y que aún se presenta como opositora, haga, en la práctica, todo lo posible para congraciarse con el régimen. Sus argumentos son variopintos: no podemos ser radicales; este gobierno ha cambiado la historia; después del MAS no hay nada; la oposición no tiene propuesta; la oposición no tiene gente joven; no es Evo el malo, es su entorno.
La sinvergüenzura, desconcierto ideológico lo llamarían los clásicos, de decenas de intelectuales es uno de los abonos que le da aún vida al régimen y es la principal causa de la debilidad de la oposición. Los quintacolumnistas del régimen (intelectuales supuestamente opositores), al interior de oposición, son las termitas que destruyen las probabilidades de resistencia ordenada y coordinada. Las termitas (quintacolumintas) del régimen, actuando en el seno de la oposición, son aún el mayor logro del gobierno del MAS. Por eso tenemos una buena parte de la oposición y, a pesar de sus vociferadas contra el poder, buscando, no en socavar al régimen, sino en cómo pactar con él. Cientos de intelectuales han optado por el silencio cómplice con el régimen y muchos dicen que no son activistas, que son observadores de la realidad y como tales, le anda buscando la cara bonita del régimen para ensalzar esa realidad.
La “Enciclopedia de la política de Rodigo Borja” (2012) explica que se usa esta expresión para significar la presencia de un elemento que conspira internamente contra la estabilidad o la seguridad de un proyecto político. Se trata de un boycot interior que opera al servicio de los designios de fuera. Según Borja, el origen de la expresión se atribuye al general Emilio Mola (1887-1937), uno de los líderes del “alzamiento” del año 36 contra la república española, quien como jefe de los ejércitos fascistas del norte en la guerra civil avanzaba a la conquista de Madrid con cuatro columnas y, al contestar la pregunta de un periodista sobre con cuál de ellas tomará la ciudad, contestó: «con la quinta columna», en referencia a los complotados fascistas al interior de Madrid. Con esos quintacolumnistas se iniciaron los treinta y seis años de la sangrienta dictadura teocrática franquista, con el apoyo del nazismo de Hitler y el fascismo de Mussolini.
En la historia reciente, Mario Vargas Llosa, en su referencia al triunfo de las primaveras árabes, señala que la quinta columna islamista puso en claro que mientras ella exista ningún régimen de legalidad y libertad sería estable y duradero en los países árabes. Vargas relata el caso de Egipto como trágico: “Las masas que se volcaron a condenar la dictadura castrense de Mubarak triunfaron, después de que centenares de jóvenes ofrendaran su vida en las protestas y otros miles fueran a la cárcel. El país celebró, por primera vez en su historia milenaria, unas elecciones libres. En lugar de construir la democracia, el nuevo mandatario y sus colaboradores se dedicaron a impedirla, siguiendo, de hecho, las consignas de la quinta columna, es decir, del islamismo más intolerante y radical” (2013)