Los Q’ero cantan
Los Q’ero cantan
pastean a sus animales
y cantan
reverencian a los Apus
y cantan
Y ellos dicen que mientras cantan
se les llena de alegría
y de pena el corazón
Lloran cuando cantan
Yo lloraba al escuchar su canto llorado
pensaba la exigencia de la repetición
Cantan lindo
suavito cantan desde la sangre suave
Y es como si sus voces
repicaran profundamente
en el centro
de sus frentes y del aire nevado
y expiatorias subieran
a lo más alto
Así la naturaleza
Mi ombligo atado está
al corazón de la tierra
fuego piedra
y mansedumbre
imagino
desde el polen
desde la corteza espaciosa verde
Nada mordió el cordón umbilical: diamante a veces bello
cristalización y siempre aurora
despertándose
así
la naturaleza
Sin embargo sin embargo en volcánicas huidas
estallamos
y de nosotros florecen todos los caminitos
al cielo
Pies desnudos
río de luz
libre cautividad
gracia y clamor
musgo agua ínfima
escindida potencia
relámpago y olvido río de luz
el granizo prematuro y fugaz envuelve el rosal
y el huracán azota los refugios
río de luz
de peces encendidos
velitas
el fuego en la recámara de la niña nostálgica
la niña acurrucada bajo un cielo
desbocado
río de luz
si fuese mirada
si recibiera los remanentes
del Amor que su desesperación necesita…
porque está loca y llora y se ha desatado las trenzas
río de luz
lágrimas de su cuerpo
de los cuerpos todos
árboles animales y el pan y los caminos
y los microscopios electrónicos de alta resolución
brechas clastos
parcelas
palabras
río de luz
palabras exiladas de los altos bordes azules
río de luz
ruta de los días infinitos
río de luz
la lluvia el aliento el corazón
las cenizas
río de luz
hay sueños
y presentimientos
brotan a la sombra del primer helecho
y nuestros pies desnudos
deambulan empapados
perplejos río de luz
floreces
estallas sangre en el entrecejo del amante
Lento
Lento
cayó
a mis brazos
un árbol
desolada
no supe
cerrarle los ojos
Transparencia II
Después no necesité guardar ayuno para escuchar
al árbol
le hablaba a mi sombra herida de nostalgia
La tenía por desfallecida novia
Yo cerraba los párpados
y volteaba la cabeza
No podía ser testigo de otra cosa
que no fuera esa música
rama previa
concedida
(Tomado de la Antología de poetas bolivianos contemporáneos, edición de Homero Carvalho Oliva, publicada en Madrid, España, por la Editorial Amargord en el año 2017. Una selección que cumple el propósito de difundir la poesía boliviana en el exterior).
Vilma Tapia Anaya (La Paz, 1960) es poeta y escritora. Estudió Ciencias de la Educación en la Universidad Mayor de San Simón. Se especializó en Educación popular y en Salud Mental Comunitaria, asimismo hizo estudios en Teoría de los sistemas y autopoiesis. Es autora de los libros de poesía Del deseo y de la rosa (1992); Corazones de terca escama (1995); Oh estaciones, oh castillos (1999); Luciérnagas del fondo (2003); La fiesta de mi boda (2006); El agua más cercana (2008); Mi fuego tus dos manos (2012); Árbol, memoria y anunciación (2013) y La hierba es un niño (2015); en prosa publicó Fábulas íntimas y otros atavíos (2011). Escribió varios artículos de crítica literaria. Poemas suyos han sido incluidos en importantes antologías de poesía iberoamericana y algunos de ellos fueron traducidos al alemán, al francés, al inglés, al italiano y al rumano. Ha coordinado y editado los libros: Migración e identidad. Reorganizaciones, adopciones y adaptaciones territoriales en un mundo abierto (2008) y Pido la palabra. Un periodismo cultural para una práctica intercultural (2013).