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Consejo de Seguridad: prudencia o papelón?

En septiembre del 2011, ante la Asamblea General de la ONU,  Evo Morales atacaba con dureza al Consejo de Seguridad (CS) asegurando que está dominado por «un grupo de países que deciden intervenciones y matanzas». La ONU «está subordinada al Consejo de Seguridad», denunció. «Este es consejo de “inseguridad” para presidentes, gobiernos y pueblos que buscan la liberación, no sólo social, sino económica, y la recuperación de sus recursos naturales». Airado denuncio que «el imperialismo busca controlar las fuentes de energía en todo el mundo» y para ello crea conflictos internos que justifiquen intervenciones para adueñarse del petróleo, citando el caso de Libia. Ante los asambleístas se preguntó: “Acá se habla de una paz duradera. ¿Cómo puede haber una paz duradera con bases norteamericanas, con intervenciones? ¿Para qué sirven estas Naciones Unidas?», se preguntó.

Pues bien, en junio del 2016, y como un revés a las aseveraciones de nuestro Presidente, Bolivia fue elegida miembro no permanente del Consejo de Seguridad de la ONU para el periodo 2017-2018. El país logró el respaldo de 183 de los 193 países miembros de la Asamblea. Al respecto el embajador Sacha Llorenti señalo en su twiter que «esta victoria es gracias al liderazgo del presidente Evo». Con esta elección es la tercera vez que Bolivia integra el Consejo de Seguridad, pues ya lo hizo en los bienios 1964-1965 y 1978-1979 que, me imagino, los adláteres de entonces también habrán dicho que se debía al brillante liderazgo de los presidentes de entonces.

El CS es un órgano de la ONU y está compuesto por 15 miembros: cinco permanentes con derecho a veto (China, Francia, Rusia, Reino Unido y Estados Unidos) y 10 no permanentes. Sus principales funciones son: 1) Mantener la paz y la seguridad. 2) Fomentar relaciones de amistad entre naciones. 3) Cooperar en la solución de problemas internacionales y en el desarrollo del respeto a los DDHH. 4) Servir de centro que armonice los esfuerzos de las naciones. Para esto tiene el poder de adoptar decisiones que los Estados miembros están obligados a aplicar.

Bolivia forma parte del CS  como uno de los 10 miembros no permanentes y tiene derecho a un voto, pero no a veto. Desde junio de este 2017  Bolivia ocupa por treinta días la Presidencia del CS que rota mensualmente entre sus miembros de acuerdo a un orden alfabético en inglés. Durante su presidencia, Bolivia tendrá la facultad de dirigir las reuniones y representar al Consejo de Seguridad. En la página web del CS, la agenda de los conflictos  por resolver ya está establecida desde hace mucho tiempo, por lo que  Bolivia tendrá que adecuarse a estos temas y no podrá imponer otros, a menos que sea decisión de todos los miembros.

Ahora, Bolivia tendrá poder de decisión, aunque no de veto, en uno de los organismos multipolares de mayor influencia en la gobernanza internacional. Estar en el Consejo es un objetivo de enorme importancia para la política exterior de cualquier país del mundo y representa una oportunidad de participar en el diseño de las decisiones internacionales. Esta es una gran oportunidad para la proyección internacional de Bolivia que le permita tener un papel más destacado en el panorama internacional.

Este martes 6 de junio, el presidente Evo Morales, presidirá una sesión del CS dedicada a la diplomacia preventiva y las aguas transfronterizas. En la sesión también participará el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, Evo Morales tiene derecho a hablar solo siete minutos. Esperemos que nuestro primer mandatario use este espacio con prudencia, decoro y firmeza pero sin denostar o profundizar las diferencias a propósito de las aguas del Silala de las que, seguro, hablará. Ya, a principios de año, en su primera intervención ante el CS el embajador Llorenti se hizo dar un “estate quieto” con su par norteamericana cuando a propósito del conflicto en Siria (uso de armas químicas por el dictador Bashar Al Assad) pidió que el tema se analice en sesión reservada, a lo que la embajadora de EEUU contestó: “Cualquier país que opte por defender las atrocidades del régimen sirio tendrá que hacerlo a plena vista pública, para que todo el mundo lo oiga”. Ojala que el haber destruido la carrera diplomática, donde de 33 embajadores solo 5 son de carrera, no nos cobre con más papelones, desubiques y metidas de pata como los del señor Pary en la OEA a propósito de la obtusa defensa del régimen chavista que sigue matando a su pueblo.


Ivan Arias Duran – Ciudadano de la República de Bolivia
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